Segunda parte - Nacimiento de una nueva Era

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Enamorado Parte 1

Había hecho todo tipo de changas esa semana para poder comprar la entrada. Ordenó basura, limpio su casa y hasta las de sus vecinos. Y cada esfuerzo lo hacía recordándola a ella y su canto. El encuentro fue por primera vez en el Gran Acto de fin de año anterior el cual había asistido, como de costumbre, con toda su familia. Jamás se imaginó encontrarse con tan grata sorpresa. Respecto a la chica de madera, no había vuelto a saber más nada hasta que se confirmó que estaría nuevamente este año, antes del discurso de los 7. Los Sagrados, los Inmortales, hablaban todos los años al pueblo contando o leyendo partes de la religión. Este último momento espiritual que funcionaba de encuentro para todos los habitantes era libre, pero el espectáculo que antecedía había que adquirir entrada.

La noche que la vio cantar por primera vez quedó grabado en su memoria. No era por la vestimenta plateada que cubrió su cuerpo de madera esa noche estrellada, tampoco por sus caballos que se extienden como raíces hasta su cintura. Sólo su voz alcanzó su corazón. Por esta razón, desde que supo su participación en el evento de este año, había dividido su tiempo no solo en las changas sino en la creación de un regalo para ella con sus propias manos. Una forma de gratitud pensó, pero escondía otros sentimientos más profundos.

Un ciervo de madera había elegido, madera como su cuerpo y el de ella. Su construcción le había llevado mucho tiempo y esfuerzo. Él provenía de una familia de artesanos por lo que su padre era artesano también y creaba cosas con los distintos materiales de la tierra para adornas las casas de aquellos que vivían muchos años. El solo había compartido el oficio cuando era más chico, le encantaba mirar a su padre trabajar y ayudarlo en lo que podía. Desde hacía unos años que había decidido no seguir con el legado de su familia y por ahora solo se interesaba en el colegio. Pero el amor cambia muchas cosas, y saco todo lo mejor de él para recordar lo enseñado por su padre, pero a medida que avanzaba con el ciervo, descubría que había terminaciones que no iba a poder hacer solo y tuvo que ceder. Así fue que, padre e hijo, volvieron a crear algo juntos.

Envuelto en grandes hojas amarillas, esa noche partió hacia el escenario. Ese evento especia que los reunía a todos. Estaban los que aun resonaba la clase en su mente, aquellos jóvenes que quieren hacer algo con la injusticia que arde en sus venas... Chicos con preguntas, madres con pocas respuestas... Todos juntos para escuchar el gran acto de fin de año. En esta ocasión se desarrollaba frente a un lago, en un modesto escenario hecho de diversos materiales que se alzaba espaldas de el. Antes de llegar, había que atravesar un sendero recto iluminados con múltiples faroles de luz tenue, los cuales iban adentrando a todos en el clima especial de esa noche.

A Clemente las luces solo le hacían recordar que faltaba poco para llegar y se empezaba a poner nervioso. De repente, la idea de entregarle el regalo luego de su canto le parecía una tarea propia de un caballero y no de un simple joven. Lo agarro fuerte y corrió y no paro hasta estar frente al escenario, no sabía que iba a pasar, pero allí quería estar.

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