Tengo esta teoría de que puedes enamorarte de cualquier persona si esta te permite —y tú te das permiso a ti mismo—, de conocerla a profundidad.
Vivimos en base a la identificación. La buscamos desde en los libros de ficción y películas hasta en las anécdotas que nos son contadas y la historia que nos es enseñada. Tratamos de crear un puente entre la vulnerabilidad ajena y la propia, y sentarnos juntos para mirar hacia abajo, donde el tiempo actúa de corriente para la vida.
Si viéramos a alguien quebrarse frente a un espejo cuando está solo, prometerse recomponerse de a poquito a la mañana siguiente, acurrucarse con una sonrisa después de un buen día, tararear mientras cocina, bailar en la ducha como si estuviera en un video musical, apasionarse, enojarse, estresarse, emocionarse hasta las lágrimas por una canción, conmoverse por un paisaje, una pintura o un abrazo que anhelaba hace tiempo... Bueno, el amor es intimidad en esencia, ¿cómo podríamos evitar sentirlo al ser testigos de esos detalles?
No estoy enamorado de Harriet, pero no porque no quiera.
Nunca quise enamorarme tanto de una persona como lo deseé desde que la escuché defender a una chica —de la que ni siquiera era amiga—, porque otros estaban criticando su clase social. El caso es que la señorita Quinn no me da acceso a su vida. Me muestra lo mismo que al resto, y está llegando un punto donde no sé qué hacer.
Mi interés sigue aquí, pero puede que su falta de accesibilidad lo apague de a poco si es que ya no lo está haciendo, y no es algo que esté dentro de mi control.
Yace en sus manos el poder de abrirse.
Solo espero que cuando decida hacerlo no sea demasiado tarde, porque los románticos de mi tipo buscamos puentes pero saltamos de ellos si somos los únicos que construyen de un lado.
Lo difícil es que cuando creo estar listo para saltar, Harriet aparece y doy un paso hacia atrás. Cuando se va, vuelvo a dar uno hacia adelante.
Por un tiempo es aceptable el ir y venir, pero la canción terminará en algún momento y no sé bailar sin música.
—Para estudiar Derecho, le gusta mucho jugar con las reglas —le digo al aire, antes de cerrar los ojos.
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Ley del miedo
Short StoryHarriet tiene miedo de cosas que Ben no entiende. La ilustración pertenece a @taratjah en IG.