Siete

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– ¿Escribes sobre ella?

– Así es

– ¿Y qué escribes? – su mirada se mantiene en la distancia.

– De todo lo que puedo. Lo que pienso, cómo me hace sentir, lo que me gusta de ella – le explicó – le escribo cartas y alguno que otro poema.

– ¿Y se los das? – indaga de vuelta con su dulce voz.

– No. Ella no sabe que me gusta.

– ¿Por qué no se lo confiesas?

Siente mi mirada sobre ella y voltea hacia mí.

– No puedo. Aún no es tiempo de que lo sepa – contesto.

– ¿Por qué? – su pregunta me deja callado.

Miro al vacío y no puedo evitar sonreír ante mis pensamientos.

Sus sonrisas y abrazos, el fresco aroma de su cabello, sus buenas acciones, los increíbles momentos que pasamos juntos; todo pasa por mi mente.

Y justo por eso, es que aun no era tiempo.

Ella no podía saberlo, porque aún no estaba preparado para la posibilidad de perderla.

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