Capítulo 4

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Escapando, por la puerta trasera


No sabía si era un deja vu o simplemente ya había vivido esa misma escena, un par de milésimas de veces, el grito desgarrador, el palabrerío sin sentido, los golpes contra su humanidad, el choque de un puño contra su nariz y mejilla, ella cayendo de lleno contra el suelo, su cabeza rebotando contra el mosaico. La sangre a borbotones resbalando desde su nariz a su mentón, algunas gotas llegando en parte del suelo y su ropa, manchandola con ese carmesí tan vivo. Intentó detener el sangrado, cubriéndose con las manos parte de su nariz y mejillas. El ruido cesó, el sonido de los pasos alejándose la tranquilizo, se levantó del suelo y caminó lentamente hasta el fregadero, abrió la llave del agua y la dejo correr por un momento, observo por un par de segundo el agua correr con fuerza, junto sus manos y recogió un poco de agua, empezó a lavarse el rostro. Su mejilla le dolía horrores, deseaba no tocarla, pero debía hacerlo. Se sentía sucia, asquerosa, agarró la barra de jabón, la empezó a pasar una y otra vez por sus manos y parte de sus antebrazos, empezó a hacer espuma, esperaba con eso hacer desaparecer todo rastro y olor existente de sangre.

Cogió una bayeta y empezó a secarse el rostro, la dejo a un lado del fregadero. Volvió a la sala, junto con una escoba y empezó a barrer los restos de cristal roto. Los días grises suelen ser de lo más normales, en algunas ocasiones, las cosas eran tal como suelen decir: "por un día de felicidad, varios de tormento". Se odiaba, en algunas ocasiones se llegaba a preguntar si había hecho algo malo en su anterior vida pasada y por ello, estaba pagando los platos rotos en esta vida. Su móvil empezó a vibrar, estaba encima de la encimera, lo tomo y contesto, era Khaled, tan puntual como siempre, se decía.

Algunas personas están destinadas a encontrarse y conocerse, eso era lo que había sucedido con ambos. Él era ese timón que le faltaba en su barco, desde que él estaba en su vida, las cosas ya no estaban a la deriva. Al fin ella había encontrado alguien que la escuchara y no solo fingiera hacerlo, alguien con quien se sintiera a salvo y protegida, unos brazos que la abrazaran hasta que sus lágrimas pararan y terminará por desahogarse. Termino de limpiar y desechar los restos en una bolsa de papel, subió hasta su habitación y sacó de su armario su vieja mochila, en ella metió una muda de ropa y un par de libros, no pasaría la noche en casa y menos con el humorcillo que se cargaba su familia en ese momento, la razón, tal como siempre, desconocida. Esa noche volvió llorar hasta quedarse dormida, entre los brazos de Khaled. A la mañana siguiente no asistió a clases, con qué cara se presentaría, se preguntaba. Estaba completamente avergonzada por su aspecto actual, pero las penas con pan, se pasan rápido, decía Emily, la hermana mayor de Khaled. Ella era todo lo que deseaba ser o esperaba algún día llegar a ser, tan independiente, fuerte e inteligente. Le daba envidia verla preparando unos homeless, mientras que nuestra querida Mackenzie, con suerte y no incendiaba la casa. Tantas veces le habían dicho que es una inútil total, que está ella misma se lo había llegado a creer, tal vez esa era una de las razones por las que todo le salía mal, excepto con los estudios, allí todo le era fácil, no existía nada por lo que pudiera fallar, en cambio en el aspecto gastronómico, ni que hablar.

Aprovechándose un poco de la amabilidad de Emily, le pidió que le enseñara lo básico. Intentarlo contaba, fallar en el intento funcionaria, al menos tendría una excusa si en un futuro le preguntaba porque no sabía ni freír un huevo. Emily, fue demasiado amable al aceptar enseñarle, por supuesto que ella ya sabía dónde se estaba metiendo. El primer corte en su dedo anular, fue una señal de que las cosas no serían fáciles, pero no imposibles. Ella tomó ese papel, de maestra, amiga, fue esa hermana que siempre deseo tener, dándole consejos y enseñándole cosas nuevas. Su primer platillo altamente comible y no tóxico, fueron unos ñoquis, tan simples como ricos a la vez. Estaba orgullosa de sí misma, espero que su familia pensara lo mismo y agradecieron por ello. Pero una vez más se equivocó al pensarlo, las críticas llovieron, se tragó sus lágrimas con cada bocado que daba. Se deprimió, pero eso no mató su curiosidad por aprender. Emily, es una cajita de sorpresas ante los ojos de Mackenzie. Pero no solo podía quedarse en casa de Khaled, aunque estuviera más cómoda allí, debía volver a casa, con su insufrible familia como le solía decir Mike.

No me dejes irDonde viven las historias. Descúbrelo ahora