Capítulo 5

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Líneas paralelas 


Dicho y hecho, fue como sucedieron las cosas entre ambas muchachas. Mackenzie, batallaba mentalmente por terminar las cosas lo más rápido posible, mientras que Verona, se la pasaba buscando o invento cualquier cuento, con tal de distraerla. Hastiada, pero a su vez feliz, por no pasar ese fin de semana en casa, decidió descansar un momento, aprovechando la ausencia ajena, respondió algunos de los mensajes de Khaled y Lucía, ambos jóvenes se jactaban de su mala suerte, enviando audios, canturreando y parodiando las letras de algunas canciones.

—no es nada bonito ver como rehaces tu vida y me vas dejando de lado —Verona, dijo caminando lentamente, como si estuviera analizando cada movimiento que hiciera, temiendo cometer algún error, se agacho y lentamente se sentó en la alfombra, a lado de Mackenzie

— ¿no comprendo a qué te refieres? ¿Eso es parte del guión de la obra de este año? —ilusa sin comprender a lo que se refería la otra muchacha, intentaba unir hilos en su mente, llegando a un completo shockeó mental

—todo el mundo suele decir que las personas cambian con el tiempo, pero por lo visto tu no lo has hecho, a pesar de ahora mostrarte más distante —respondió, pasando por alto las palabras de Mackenzie, con su mano izquierda acarició con sutileza la mejilla ajena, con tal delicadeza de temer que si llegaba a ser brusca, podría romper aquel instante —recuerdas cuando estábamos en el jardín de niños y la encargada se burló de tu dibujo

—Sí, la fastidiaste hasta el cansancio —comentó, aun sin comprender el extraño comportamiento de su ex mejor amiga

—siempre creí que las cosas serían de esa manera, las dos juntas contra todo, tu tan diferente, tan tú, a pesar de que muchas veces se mofaban con tu dolor, a ti nunca te importo lo que dirán, solo eras tú y ya —comento, intentó con sus palabras hacer entender a Mackenzie, lo que deseaba decirle —mientras que yo, tan temerosa, preocupada por tonterías tan banales, que estupidez sin sentido que no valía la pena, quisiera haber tenido tu valor y solo tener que esconderme como toda una miedosa en las sombras de la ignorancia, atacando con palabras hirientes a quienes menos se lo merecían

Mackenzie, interrumpió a Verona, casada de no entender a que quería llegar con semejante palabrerío

— ¡para! No sé a qué quieres llegar con esto —cuestionó

— ¡te herí en un momento de simple impulsividad! —grito, haciéndola asustar a Mackenzie, por su reacción

—ya discutimos sobre eso, no supe si nuestra amistad se rompió o solo continuaría, no comprendo porque tocas ahora ese tema —objeto intentando pararla con eso, no deseaba pisar ese terreno, no otra vez

— ¡fui una completa cobarde! —Volvió a gritar, derramando lágrimas a borbotones de sus ojos, corriendo en el transcurso su maquillaje — ¡te perdí! Por culpa de mis propios errores

—Jamás me tuviste —murmuro intentando mantenerse calmada, para no tener que salir corriendo de ahí

—Lo sabía, siempre lo supe —tomó las manos de Mackenzie y las acercó a sus labios, dejando en ellas un sutil roce —pero temía por lo que pudiera pasar si decía dar el siguiente paso, solo quiero saber que hay aquí, entre nosotras

—Disculpa, creo que mejor me voy a casa —respondió, soltándose del agarre de Verona, tomando sus cosas para meterlas en su bolso

— ¿solo eso dirás? —pregunto, observando como Mackenzie, iba de un lugar a otro, guardando sus pertenencias 

— ¡qué quieres que diga! ¡Ni yo misma comprendo que es lo que quieres de mí! —grito desesperada, en ese momento, agradeció que estuvieran solas en casa, porque de lo contrario ya estaría media familia de Evans, curioseando o intentando meterse

No me dejes irDonde viven las historias. Descúbrelo ahora