No me dejes ir

Capítulo 6

Mi adversaria, amiga y amante

—Entonces despejas X y listo —susurro. Con la vista perdida entre los garabatos y borrones en el cuaderno. Mientras que Lucía, seguía sin comprender lo que Mackenzie, apenas hacía pocos segundos le acaba de explicar. Le parecía un cuento chino, sacado de la mente de algún loco que solo lo creo con la intención de torturarla; se decía a sí misma, aun con un tremendo dolor de cabeza encima — ¿entendiste? —pregunto Mackenzie. Esperando que al fin, Lucía, dijera que sí y no solo se quedara en silencio o asintiendo, a pesar que se mostraba dudosa.

—sabes no te voy a mentir. No se me va a quedar, tan fácil como entra sale... —trato de darse a entender. Siendo interrumpida por Verona, salvaje, entrando en acción. Con sus ataques de celos. Abrazando por detrás a Mackenzie, mientras besaba su coronilla. Amenazando con la mirada a Lucía. Quien rezaba por no ser una víctima de Evans.

Mackenzie, solo suspiro. Exasperada, cansada de la situación, tan continua y repetitiva.

Ella siempre supo que las cosas no serían fáciles. De por si con el gran historial que tienen, se notaba de lejos, que no sería fácil. Puso a prueba su paciencia, dividiendo su mundo en mitades iguales, no podía solo andar como una tonta enamorada. Olvidando todo, como si nada hubiera pasado. En cierta parte estaba mal, recontra repetirse una y otra vez, la misma mierda. Pero le era inevitable, estaba en su naturaleza de disco rayado hacerlo. La ama, es su primer amor, desde que la vio pateando a la maestra del jardín de niños, dándole ánimos, para que no se dejará achicopalar. Sonriendo al verla salir corriendo del aula, escapando de los gritos y quejas de la maestra, mientras que su cabello rubio ondeaba por el viento, desapareciendo a los pocos segundos. Siendo un infante, fue a esconderse entre los toboganes del pequeño jardín de juegos del kínder.

Volviendo con ello, a que no podía solo volverla el centro de su universo y dejar de lado a quienes siempre estuvieron a su lado. Por un simple enamoramiento, que no sabia si funcionaria o si terminaría en cualquier momento. A pesar de existir tanto amor por su parte, pidiendo a gritos ser expresado. Porque si bien, no le gustó la idea de ser el secreto bien guardado de Evans, de ser manito sudada en la secundaria, mientras que en casa fingía que habían vuelto a ser amigas. Un cliché, haciendo pijamas, mientras que en las noches se unían, en una unión de caricias, palabras incoherentes, besos húmedos, roces íntimos. Sus miradas cómplices, una sonrisa pícara, mientras cenaban en la casa de Evans.

Odiaba los secretos, nunca los tuvo. Su familia lo sabía. A pesar de no ser la mejor familia del mundo y de hacerla el núcleo de sus burlas. Ellos lo sabían. No escondía nada, porque tal como dice Khaled; el que nada teme, nada esconde —palabras muy sabias, dichas por alguien quién fue ese hombro en quien llorar cuando más lo necesitaba. Un amigo en un momento de oscurantismo en su vida, iluminando y abriendo su mente, con nuevas ciencias, ideologías, temas embriagadores. Que la hicieron tener hambre de más, más por saber, más de conocimiento, más de todo...

En cambio con Verona, las cosas son como si estuviera anestesiada, drogada, sintiéndose ligera. Olvidándose de todo, compartiendo pláticas largas y entretenidas. Silencios cómodos, escuchando lana del rey, mientras contaban las estrellas del cielo hasta el cansancio. Hasta que rompe el cristal, con sus palabras cargadas de veneno, hacía a sus amigos, cuestionando el porqué de su cercanía con ellos. Buscando motivos para pelear, por cualquier tontería sin sentido. Dejando de lado todo, como algo distante y ficticio, todos aquellos buenos momentos.

Metiendo en el ojo de la tormenta, a Lucía y Mike, si conociera a Khaled, también estaría en el mismo lugar. Usando indirectas directas contra Hana, no era como si a Mackenzie, le importara mucho que se metiera con ella. Pero sus buenos principios la pinchan; está mal. Claro que lo está.