Capítulo 2

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Dos meses más tarde la mujer que despertaba la compasión de Suyin Beifong se encontraba en la feliz ignorancia. Ignoraba que tenía una prometida y que esta podría llegar en cualquier momento.

Hiroshi Sato acababa de recibir la noticia de que la escolta de quien era la prometida de su hija acababa de llegar a la ciudad y que según la ruta que habían tomado se dirigían a la propiedad de los Sato, aunque al parecer habían hecho una pausa.

Detrás suyo su esposa Yasuko Sato se encontraba intentando leer un libro, apretaba fuertemente el volumen entre sus dedos níveas, se encontraba enojada, ella también había escuchado al vigía.

— Se ha tomado su tiempo para llegar, hace dos meses recibí un mensaje de los concejeros y del mismo padre de la chica donde informaban que su futura líder se dirigía hacia aquí.— Frunció el ceño el señor Sato.

— ¿Y que crees que sugiere eso? — El ruido sordo de las paginas del libro al chocar se hicieron presentes.— Es obvio que la chica no quiere casarse, sabemos que sigue soltera porque tu mismo te encargaste de averiguarlo, así que no veo motivo alguno para... su evidente demora.—Dijo con enfado la señora Sato.

Hiroshi llevó la pipa a su boca mientras adoptaba una postura agarrotada y que demostraba ansiedad, se encontraba nervioso y su esposa conocía la razón, la misma razón por la que ella misma se encontraba enojada, habían transcurrido dos meses, la llegada de su futura yerna era inminente y su esposo no se había dignado a contarle a su hija del compromiso.

— ¿Crees que lo mejor sería que ambas chicas se conozcan antes de saber quienes son? — Sugirió el hombre recibiendo una mirada cargada de enojo.

— Antes te consideré un hombre un poco insensato, pero hasta ahora no me habías dado razones para elongar ese pensamiento ¿Es que acaso enloqueciste? — La voz de Yasuko era severa—. Primero escribes al otro lado del mundo exigiendo que se cumpla un contrato del cual todos parecían haberse olvidado, luego finges que fue idea de aquellos hombres del concejo y ahora te niegas a contarle a tu hija del compromiso.— La voz de la mujer era acusatoria.

— Era solo una sugerencia.— El semblante del hombre se oscureció—. Y no me niego, solo lo estoy... Retrasando.

— Pues piensa mejor lo que sugieres. Si dejases que aquello pasara sería la joven del sur la que mencionaría lo del compromiso ¿y sabes que hará tu hija? ¡se reirá en su cara!

El semblante de Hiroshi se ensombreció aun más, su esposa tenía razón y aunque él hubiese deseado postergar aquella plática lo máximo posible, preferiblemente hasta que la prometida de su hija se encontrase en las puertas de la mansión, ya era hora de que Asami supiera lo que le esperaría cuando aquella pequeña tropa apareciera en sus terrenos, al menos tendría poco tiempo para asimilarlo y esperaba que su incansable mente no pensara en hacer locuras. Con suerte el shock que le causaría la noticia le reiniciaría el cerebro y le impediría pensar en un plan de escape.

Hiroshi contaba con eso cuando mandó a un sirviente en busca de su hija.

***

— ¿No me vas a entretener mucho verdad, papá?— La voz de su hija lo sacó de sus pensamientos. Su esposa dirigió la vista hacia la puerta antes de levantarse dar una sonrisa a su hija, una mala mirada a su marido y de salir de la habitación— ¿Mamá cedió a la cólera? — Preguntó con humor la pelinegra al ver a su madre de actuar de aquella manera para con su padre.

— Asami, hija, será mejor que te sientes.— Dijo el señor Sato a su hija.

— ¿Vas a tardar? Estoy ocupada en el taller.— Dijo adentrándose a la habitación.

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