Capítulo 8

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Hacía tres días que habían llegado a las montañas que llevaban tiempo distinguiendo en el horizonte, tres días en los que no hicieron otra cosa que subir laderas y caminos empinados, tres en los que la marcha tuvo que ser más cautelosa por lo sinuoso del terreno y tres días que habían transcurrido en paz una paz absoluta debido a que las principales instigadoras al parecer habían hecho un cese al fuego o eso parecía.

Ninguna de la dos había proclamado un cese al fuego, la corta calma de la que habían gozado los allegados de las dos explosivas mujeres se debía al simple hecho de que en la última semana no se habían cruzado ni una sola vez. Nunca estaban lo suficientemente cerca y si llegaban a estarlo nunca lo estaban juntas el tiempo suficiente como para empezar a reñir y dado que de hecho no necesitaban mucho para que ambas buscasen una excusa para pelear este era menos que escaso.

Descansaban todos a un lado del camino sobre una especie de meseta, eran poco más de las cinco de la tarde cuando la morena apareció. Asami la observó pasar por su lado sin siquiera mirar y bajar de su montura antes de reñir al par de gemelos por hablar demasiado fuerte, recibiendo abucheos que la hicieron reír antes de darles una mirada de advertencia bastante floja e irse a su tienda.

A pesar de todos sus esfuerzos por ignorarlo Asami no pudo dejar de notar que, en los últimos días, la morena nunca se encontraba cerca cuando el sol salía que era cuando la caravana solía avanzar. La morena parecía desaparecer por las noches o muy temprano en la mañana y luego se unía al grupo por las tardes o cerca de la hora del almuerzo, cansada pero de un muy buen humor para su propio desconcierto.

Dado a aquella extraña situación los roces que podrían llegar a tener eran mínimos, apenas si se veían o hablaban. Asami, no supo por qué, y realmente no tenía ganas de averiguarlo, pero se sentía frustrada con ese hecho; no quería hacerlo pero tenía que admitir que sin la morena cerca el viaje se había tornado un tanto aburrido.

Se encontraba cerca de unos cuantos guardias del séquito de la ojiazul, sin querer escuchaba toda la conversación que estos tenían, para su sorpresa descubrió que ya se encontraban a mitad del camino y que luego de pasar las montañas preveían, para su creciente horror un viaje de aproximadamente dos semana y finalmente estarían en el polo sur, solo pensar en que aquello estaba cerca borró cualquier sentimiento de supuesta añoranza que podría haber tenido para con la morena.

— Ni siquiera sabemos cuánto tiempo podemos tardar cruzando esta cordillera, Sami, no entres en pánico. — Intentó tranquilizarle Mako al ver su evidente estupefacción.

— Llevamos casi un mes viajando— Dijo Bolín mientras abanicaba su rostro con una gran hoja— y señalaré lo obvio diciendo que no has hecho ningún avance en estas últimas dos semanas.

Asami bufó.

— ¿Qué avance quieres que haga si ella nunca está cerca? — Frunció el ceño—. Quisiera saber a dónde se va todas cuando no está con nosotros.

— Lo que necesitas es llamar su atención el tiempo suficiente para que siga manteniendo su interés en ti, no sé si lo notas pero son esas peleas que tienen lo que nos hacen pensar a todos que entre ustedes está ocurriendo más de lo que dejan ver. — Señaló Bolín. Asami enarcó una ceja, escéptica.

— ¿Quieres decirme que con mi comportamiento estoy generando el efecto contrario al que se supone quiero lograr? —. Cuestionó en medio de una risa carente de humor.

— No, al menos en lo que se refiere a tu prometida creo que estás dando en el clavo. Pero Mako y yo hemos hecho investigaciones...— Se detuvo un momento mientras mostraba una sonrisa orgullosa.

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