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Veía a lo lejos una sombra que lentamente se iba aclarando hasta contemplar a una mujer.
Tenía un vestido celeste floreado que hacía conjunto con su piel bronceada a un leve tono anaranjado y con su cabello azabache. Noté que miraba hacia mi dirección y no demoro en formar una sonrisa. Jamás la había visto pero su presencia me transmitió paz y tranquilidad.
Me fui acercando lentamente hacia ella mientras escuchaba el ruido de las pequeñas olas al chocar con la superficie. El viento movía mi pelo levemente hacia mi costado y sentía como el reflejo del sol acariciaba mi piel.
"No tengas miedo"
Escuché de sus labios una voz muy hermosa y no evité formar una sonrisa. Pero no reconocí su voz. Me ofreció su mano y aunque al principio sentí inseguridad, después sentí por mi cuerpo una sensación que jamás había sentido apenas roce sus dedos.
Sin embargo una fuerza súbita me hizo alejarme y terminé en la arena mientras veía como unos hombres vestidos de blanco la golpeaban y se la llevaban mientras ella soltaba gritos desgarradores. A pesar de mis intentos por ayudarla, no podía gritar y sentía que mis piernas no reaccionaban sobre mi cuerpo. Intenté con todas mis fuerzas llamarla pero ya era tarde.
Habían desaparecido junto con la mujer del vestido celeste.
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𝗦𝗘𝗫𝗔𝗚𝗘́𝗦𝗜𝗠𝗢𝗦 𝗦𝗘𝗫𝗧𝗢𝗦 𝗝𝗨𝗘𝗚𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗛𝗔𝗠𝗕𝗥𝗘
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