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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎𝐔𝐍𝐎
Sentí una voz familiar a lo lejos, sin embargo no podía abrir los ojos y una oleada de angustia invadió mi cuerpo.
Trataba de alejar la imagen de aquella mujer de mi cabeza y poder salir de aquel sueño pero no podía. Sentía como las lágrimas caían por mis mejillas y mis manos empezaron a buscar algo lo cual tocar hasta que encontré el rostro de mi hermano observándome preocupado en la oscuridad de la pequeña habitación.
—Estabas gritando, Rose.
Allard me miraba mientras sujetaba mis brazos que al parecer estaban temblando. Sentí un poco salada mi boca debido a las lágrimas que aún caían por mi mejilla. Noté como mi hermano pasaba un pequeño pañuelo por la zona. Me senté sobre la cama para tratar de calmarme ya que sentía mi respiración un poco agitada.
—Fue solo una pesadilla.—aseguré.
Noté que Allard no quedó convencido con mi respuesta. Sin embargo, pareció dejar pasar el tema y ayudó a colocarme mejor la colcha de la cama encima mío. Pude observar por la ventana que aún no amanecía, la luna aún saludaba al distrito cuatro. Trate de relajarme para volver a conciliar el sueño pero al parecer todo rastro de cansancio se había desvanecido.
—Tu nombre no está más de diez veces, Rhoslyn.—me dijo mientras se sentaba sobre mi cama y se apoyaba en la pared.—No te escogerán.
Trate de frotar mis manos debajo de la colcha para entrar en calor mientras formaba una mueca.
—L-lo se...
Mis intentos por volver a cerrar los ojos fueron en vano. Me incorporé y agarré mi abrigo que estaba sobre el borde de la cama.
—Vi a una mujer, Allard. En mi sueño.—dije mientras acomodaba mis brazos dentro del gran abrigo de algodón para entrar en calor.
Mi hermano miró en mi dirección y frunció el ceño.
—Vestía un vestido celeste y tenía el cabello oscuro.—susurré.—Como el tuyo.
—Fue un sueño, Rose.—se levantó de mi cama.—Necesitas descansar. Sabes que en unas horas más será la Cosecha.
Claro que lo sabía y sentía como los escalofríos volvían a mi cuerpo. Tomé rápidamente el brazo de mi hermano y le supliqué con la mirada para que no me dejara sola esta noche. Pareció entender ya que podría ser la última vez aquí conmigo aunque tuviera menos probabilidades que otros de ser escogidos.
—Descansa, Rose.
Sentí como acariciaba mi cabeza, costumbre desde que tengo uso de razón para poder quedarme dormida después de algún mal sueño. Sostuve su brazo con fuerza para sentir su calor mientras yo volvía a sumirme en la oscuridad.
