Capitulo 3

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A veces trato de hacerme creer que la vida que estoy viviendo no es realmente mi vida. Me gusta pensar que soy más como una actriz en el papel de una chica triste que tiene muy pocas opciones. Eso podría posiblemente explicar por qué estoy actualmente sentada en una habitación bien iluminada con caritas felices de papel colgando del techo, mirando a gente que ha estado probando mi último nervio por las últimas dos horas.

-¿Srta. Anderson? -Una voz suave me despierta de mis pensamientos.

-¿Sí?

-¿Le importaría presentarse al grupo?

Suspiro y me pongo de pie.

-Mi nombre es Emerald Anderson... Y soy alcohólica.

-Hola, Emerald -dice el grupo de adictos secamente. Tomo mi asiento otra vez y cruzo los brazos, contando con impaciencia los minutos restantes de la sesión de hoy. Todos en esta sala son alcohólicos -excepto yo-, y si no fuera por el sábado pasado ni siquiera estaría aquí. De hecho, todavía estoy tratando de averiguar qué fue exactamente lo que me dejó en esta habitación llena de llorones. Era un sábado típico y estaba recibiendo el correo: Otra pila de rechazos de los grandes editores de Nueva York "Su escritura es demasiado descriptiva para el mercado". "Ahora no es el momento para una historia como ésta". "No creemos que sea una buena opción para nuestra agencia, pero le deseamos lo mejor en su búsqueda actual". Justo después de que las guardé en mi "techo de fracasos", decidí revisar mi correo electrónico. Diez nuevos mensajes y todos decían lo mismo: "Gracias por su solicitud, pero..."

Necesitaba alejarme para respirar, así que fui a un bar al otro lado de la ciudad.

Cuatro tragos de vodka. Tres de tequila. Tres bebidas de extraños que acababa de conocer y siete tragos Jumbo de margaritas sólo por diversión.

Un juego de niños. No fue suficiente.

Pedí dos brebajes de brandy y ginebra -lo que resultó en una ceja levantada del camarero-, pero pude manejarlo. Siempre podía manejarlo. Horas más tarde, cuando el alcohol estimuló mi sistema y salí de mi mente, me convencí a mí misma de que tenía una idea para mi historia que necesitaba escribir inmediatamente. Me puse de pie en la barra y me encontré afuera, hurgando en mi bolso por las llaves del auto. Una vez que las encontré, me di cuenta que no estaba de pie frente a mi propio auto. Confundida, busqué como en un sueño -diciéndome a mí misma que definitivamente dormiría en mi asiento trasero por un tiempo antes de conducir a casa.

Había vómito en algún punto -como de costumbre-, y entonces me di cuenta de que estaba de pie en medio de una calle, sosteniendo una señal de alto que no me acordaba haber recogido. Había faros brillantes. Después una repentina negrura. Eso es todo lo que recuerdo antes de ver a mis abuelos sacarme de la cárcel del condado a la mañana siguiente. Honestamente pensé que había cumplido con mi tiempo, pero una sola hora al parecer no fue suficiente. La jueza me reprendió por ser "necia, imprudente, y completamente fuera de control" y me culpó por causar que un conductor se desviara de la carretera y golpeara una farola. Y esa señal de alto que había recogido era supuestamente "tan nueva" que la ciudad aún tenía que fijarla de forma

permanente en la acera. Miré al frente y conté las grietas de pintura en la pared mientras ella continuaba diciéndome cuán terrible persona era. Estaba medio escuchando hasta que la oí decir:

-Señorita Anderson, tiene dos opciones. Puesto que es la primera vez

que comete un delito y es una ciudadana de la comunidad, Virginia Marsh, ha avalado con mucho hincapié su carácter... Podrá pasar noventa días en la cárcel del condado y ser liberada, o ser remitida a seis meses de libertad condicional con una multa de ocho mil dólares por daños a la propiedad de la ciudad, o... Vaciló y me mordí la lengua, con la esperanza de que la segunda opción fuera la mejor.

Beautiful Failure // Harry Styles & EmeraldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora