Capítulo tres: "Encuentro entre dos extraños"

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Las amarillentas luces que abarcaban la gran feria de Hemlock Grove, podían admirarse hasta una distancia muy pronunciada, resaltando salvajemente en el cielo. Los olores de la habitual comida y el del enorme bosque oscuro se entremezclaban, complementándose particularmente en el ambiente.

Después de divertirse en demasiados juegos, y de infestar el cuerpo de pesadas delicias, Roman y Letha se encontraban descansando en una colorida banca de madera. Tal parecía que la muchacha no pudo lograr satisfacer sus hambrientas necesidades. Aún tenía en sus manos un gran trozo de algodón de azúcar que saboreaba entretenidamente, trozo por trozo. Tal era el hambre, que no logró darse cuenta de las pequeñas astillas de madera de aquel mueble de exterior, que se estaban clavando en sus muslos.

A pesar del comportamiento tranquilo que Roman se empeñó en demostrar durante todo el paseo, ella se dio cuenta de que algo le estaba ocurriendo.

-¿Vas a decirme qué es lo que te pasa?- Enarcó las cejas, esperando una respuesta de su parte. Ella no era estúpida, y sabía que algo le ocurría desde el momento en el subieron a su enigmático coche rojo para llegar hasta aquí.

-¿Qué es lo que dices?- Levantó la mirada hacia su rostro.

-¡Vamos, Roman! Que haya pasado la mayor parte del tiempo llenando mi estómago de porquerías, no significa que ignore que algo te está pasando.- Al ver que no estaba obteniendo respuesta por parte del contrario, simuló tomar una agenda y un bolígrafo, acomodó sus gafas inexistentes e imitó la seriedad de su padre, el doctor Norman Godfrey. -Sabes que lo que pasa en esta sala, se queda en esta sala.-Agravó exageradamente su voz. Aunque a Roman le pareció chistoso, todavía sentía algo de impotencia y timidez por reflejar una sonrisa.

Se quedó pensando unos momentos. No tenía sentido negarle la verdad. De una manera u otra, terminaría accediendo a ella, siempre lo hacía. Antes de comenzar a hablar, soltó un pesado suspiro que le hizo saber a Letha de quién se trataba. Tal vez, porque esa persona casi siempre era el problema en la vida de su primo.

-¡Es mamá! ¡Ella es el jodido problema! –Sus grandes manos comenzaron a agitarse tensamente y su voz tenía un grave aire de ira, acompañado de pequeños tonos de ansiedad. -¡Está sobre mí todo el maldito tiempo! ¡Día y noche!, ¡Día y noche! Estoy seguro de que si me pongo a manosearme el cuello de la botella en mi habitación, ella va a estar del otro lado, con la oreja pegada en la puerta.- Se desquitó de una vez, expulsando un poco del veneno que lo carcomía por dentro.

Letha intentó continuar con su seriedad después de escuchar esas últimas palabras. Sin embargo, sus blancos dientes y sus rosados labios le traicionaron al formar una inevitable sonrisa. Claro que esto no pudo ser ignorado por Roman; que no se perdió de la suave danza de sus labios, que conformaban la belleza del pensamiento más impuro. Al principio, lo hizo reaccionar con algo de confusión, pero luego, su humor se tornó a uno más relajado. Ambos empezaron un ataque de carcajadas que provocó que varias personas del lugar les dirijan un gesto cargado con cierta molestia.

A veces, ni siquiera necesitaba que ella hablara para él. Su sola presencia tenía la habilidad de calmar aquella bestia desequilibrada que amenazaba con derribarlo en cualquier momento.

-¡Ayyy! ¡Dios! Trato de imaginar la reacción de la tía al verte... ¡JAJAJA!.... ¡Emmm!...- Trató de terminar ese vulgar comentario.

-¿Acariciándome el cuello de la botella?- Ayudó a terminar sin pudor alguno, a la vez que los dedos de su mano formaron una gran "O", que comenzó a mover hacia arriba y hacia abajo, simulando un exagerado acto de onanismo.

-¡Eres un asqueroso!- Soltó con una pequeña carcajada y golpeó su hombro para luego abrazarlo, apoyando su cabeza cariñosamente sobre uno de sus hombros. Sabía que aunque él no lo demostrara con frecuencia, el cariño era algo que Roman anhelaba irremediablemente.

"Despertar en Hemlock Grove" -Roman GodfreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora