ʀᴇʟᴀᴛᴏ ꜱᴇxᴛᴏ

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𝒞𝓎𝒷𝑒𝓇𝓅𝓊𝓃𝓀

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Su pelo de noche de luna nueva se pega a los costados de su rostro filoso y pálido y cae, largo y recto, como una cortina pesada sobre su espalda desnuda.

A Franky le parece hermosa, como siempre. Como antes, como cuando la conoció, como en mil vidas más.

La luces fluorescentes que logran colarse apenas por el resquicio de la única ventana casi tapiada de aquel sótano tintan su piel de marfil. Es el silencio de la noche el único acompañante en aquella última velada y Franky lo agradece desde un corazón de hojalata maltrecho y goteante. ¿Qué queda de nosotros?

Sabe que no queda tiempo, y piensa que si es esa su última visión, merece la pena recibir a la muerte. "Ya están aquí, Robin".

Su hombro chirría con la estridencia de una bisagra vieja y defectuosa, y logra llevar su mano —grande, fría, inhumana— hasta acunar su mejilla pálida. Metal contra metal. Cuándo nos hemos convertido en ésto.

Desliza sus dedos contra su piel —rígida, dura, falsa—, acallando los sollozos de los resquicios de su humanidad perdida, que maldice esa imposibilidad de sentir que tanto anhela ahora y que tan insulsa le parecía entonces, y acaricia el recorrido de su cuello largo y níveo tratando de reavivar desde su mente el recuerdo del tacto de su piel. Antes, cálida, humana, viva. No queda nada de eso en ella pero a Franky siempre el ha gustado hundirse en fantasías y recuerdos de una época más llevadera. 

Se topa en su camino con un entramado de cables, clavados en su hombro pequeño y huesudo y que juegan con el nudo imaginario que lo asfixia porque le recuerdan que ella se parece a Robin pero está demasiado lejos de serlo. Ella mantiene sus ojos de artificial aguamarina cerrados pero él tiene su recuerdo grabado a fuego y sangre y metal. Hay un ruido atronador en el exterior, y Franky siente la necesidad imperiosa de fundirse en lágrimas a pesar de que hace mucho sacrificó esa posibilidad, y antes de permitirse dudar un segundo más y regodearse en su cobardía y egoísmo, los arranca. Arranca los cables, arranca su propio corazón y se arranca la vida que escupe chispas de electricidad perdida entre sus manos. 

¿Cuántas veces tendría que pasar por ello? ¿Cuántas vidas le quedarían para volver a encontrarla? Ya ha comprobado que una nunca es suficiente. Que los pecados se pagan y crear vida es el peor de todos. Y que solo le queda aprender a renunciar por fin a ella.

Viva, muerta, humana, metal, recuerdo, ilusión. Es todo parte de la misma historia y el final ya está escrito.

"Perdóname, Robin, he vuelto a perderte."

ONE PIECE WEEK 2020 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora