Compañía.

429 53 34
                                    

Día 7: [Tienda de Café]

La diferencia entre destino y casualidad es que, cuando hablamos de destino, creemos que nuestra historia y los sucesos en ella están escritos en algún lugar que desconocemos desde el momento en el que llegamos al mundo; por su parte, la casualidad le11 acredita esos sucesos inesperados por los que pasamos a jugadas del azar.

Advertencias: capítulo extremadamente corto, sin demasiada trama o narración.

El café había formado parte importante de su vida desde qué tuvo memoria. Su madre constantemente hablaba sobre la armonía del café en una taza, y, con algo de leche.

Fue así qué Denki pudo apreciar más a fondo lo especial que era el café para su familia y él hasta cierto punto. Siempre se reunían a tomar café muy regularmente y a contar anécdotas o desgracias, lo qué pasara primero. Tuvo el café cómo compañía siempre, y su madre siempre le había dicho qué él café era cómo el amor.

Hay diferentes tipos de café, pero todos te llenan de energía y amor, casi sin dejarte dormir. Siempre le decían qué así de emocionante se sentía amar.

Y por eso Kaminari no podía esperar el enamorarse para comprobarlo de una forma rápida. Pero, nadie le había dicho qué a veces el amor suele demasiado, muchísimo.

Sí le hubieran dicho qué terminaría llorando en plena madrugada con una taza de café en sus manos, no se lo hubiera creído de ninguna manera. Después de todo, ¿quién diría qué Kirishima fue capaz de destronar su corazón en segundos?

Un simple rechazo amable fue lo queñé obtuvo al confesarse, pero debía admitir qué dolía. Dolía cómo el infierno mismo consumiendo su corazón a una viva llama, recordándole su pecado y el error qué debía volver a evitar a toda costa. O eso comenzaba a pensar.

Pero no era culpa de Kaminari enamorarse de esa forma, tampoco de sus intereses amorosos.

Entonces era por eso qué siempre se desvelada bebiendo café qué hacía su madre o qué compraba a la tienda enfrente de su casa.

Kaminari amaba el café, pero no amaba la sensación amarga qué inundaba tu alma al recordar porqué lo bebías, ni porqué te desvelabas con el mismo a recordar eventos qué aunque no querías, estaban frescos en tus memorias. Justo cómo una buena taza de café qué se enfriaba delante de tus ojos.

No sabía con exactitud porqué su alma pesaba tanto de un rechazo habitual del qué ya estaba acostumbrado. Pero aún así, no dejaba de enamorarse, ni de dejar el café en las madrugadas.

Tampoco supo porqué esa noche salió a dar un paseo en frío exterior y las estrellas destellando para confirmar qué estaban con él, aún sí estaba solo esa fría noche.

La taza de café sobre sus manos seguía enfriandose a una temperatura ambiente, pero, eso no le importaba. Lo único qué hizo ese día fue sentarse abajo de un poste a contemplar sus miserias y tragedias.

Efímero |Shinkami Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora