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El cielo está sangrando al anochecer cuando Lan Zhan regresa. La anticipación zumba como un canto de pájaro en sus venas, revoloteando con entusiasmo contra sus costillas.

Pero aún quedan horas antes de que Wei Ying se despierte, por lo que intenta calmarse con la metódica tarea de cocinar. Lava un poco de arroz para hacer congee, no queriendo abrumar el estómago de Wei Ying justo después de despertarse. Luego, prepara el arroz para cocinar sobre el fuego, y corta en rodajas algunas cebolletas y chile para decorar. Finalmente, desempaca el cerdo que compró en la ciudad sabiendo que a Wei Ying le encantará comer carne en su comida.

Es simple, y no está seguro, pero tal vez se apresuró un poco porque lo terminó antes de lo esperado.

Todo lo que le queda por hacer es bañarse. Es rápido pero minucioso al respecto. Si bien han descubierto que la maldición tiene un efecto conservador, manteniendo el cuerpo en una estasis temporal, algo acerca de saber que va a estar dormido y sin lavar durante todo un año hace que quiera estar lo más preventivamente limpio posible. Para cuando está seco y vestido, con el pelo suelto sobre los hombros, el cielo exterior está oscuro y lleno de estrellas.

Se dirige a la cama, con un tomo de maldiciones en la mano, uno de los muchos que él y Wei Ying han leído con la esperanza de encontrar una manera de disipar su maldición. Hasta ahora, ninguno de ellos ha encontrado nada, pero Lan Zhan no está listo para darse por vencido y está seguro de que Wei Ying tampoco.

Vale la pena luchar por su tiempo juntos, sin importar cuánto tiempo lo tengan que buscar. Encontrarán una manera, de esto Lan Zhan está seguro.

Acomodándose para esperar, pasa a la última página en la que se detuvo, su otra mano corriendo las sábanas para peinar lentamente el cabello de Wei Ying. En el interior, su corazón se estrella contra su pecho, acelerando como si se acelerara también el tiempo.

NADA MÁS QUE TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora