- Un pajarito me ha dicho que te gusta leer... - Comenta Elena, desde la cocina; no pude disimular el sobresalto que sentí al escuchar su voz.
Rápidamente; meto el libro de nuevo en la bolsa y lo coloco sobre la mesa.
- No me interesan sus regalos... - Comento mientras le encaro; a la luz del día, puedo ver mejor sus facciones, es joven, mucho más joven que mi madre, su cabello desaliñado contrasta con la delgadez de sus facciones; viste solo una blusa de tirantes, lo suficientemente delgada para notar que no lleva sostén.
Sonríe ante mi afirmación, sin decir nada; saca un cigarrillo de su pantalón lo coloca entre sus labios para luego registrar los estantes en busca de un encendedor.
En la mesa diviso el de mi padre; por mera inercia, lo tomo y me acerco a la cocina para entregárselo.
Ella, se reclina hacia mi, entiendo entonces que quiere que encienda el cigarrillo por ella. Lo cual hago, por educación.
Elena, aspira suavemente hasta que el cigarrillo esta encendido; mientras, me observa con curiosidad.
- ¿Qué? – Su mirada me pone nervioso; por lo que me alejo unos pasos con la excusa de colocar el encendedor en la mesa.
- Eres un mocoso malcriado. – Asegura, tras darle un par de caladas a su cigarro.
- Al menos no asesiné a mi marido para quedarme con su fortuna... - Le desafío; con una sonrisa en mi rostro.
Me observa de nuevo; esta vez, con una medio sonrisa en su rostro.
- ¿Es lo mas ingenioso que se te ha ocurrido hasta el momento? – Agrega, sin apartar su mirada de mí, detrás de ella, el microondas avisa que la comida ya esta caliente.
Me acerco al microondas, para sacar mi plato, entonces noto que está usando un pantalón que se adhiere a su cuerpo como una segunda piel.
Elena, se acomoda en una de las sillas del comedor sin apartar su mirada de mi, sin pensarlo mucho; me siento en la silla contigua a la de ella.
- ¿Qué le hiciste a Elliot? – Mi pregunta parece causarle gracia, pues sonríe apenas la escucha.
- ¿Qué te hace pensar que le he hecho algo? – Pregunta sin responder a mi pregunta.
- No has respondido a mi pregunta. – Aseguro, mientras empiezo a 'desayunar'. Se me ha quitado el apetito, sin embargo, trato de obligarme a comer.
- No es de tu incumbencia. – Responde casi al momento.
- Buenos Días. – Escucho a Elliot saludar, apenas bajar las escaleras.
- Hablando del rey de Roma... - Comento dirigiendo mi atención hacia mi hermano; su cabello húmedo es clara señal de que se ha duchado. - ¿Qué hace la pereza despierta tan temprano?
Entonces, caigo en cuenta de que Elliot está despierto temprano; no solo eso, sino que también se ha aseado y luce bien vestido.
- Buen día. – Responde Elena, dedicándole una mirada cómplice y una sonrisa, a lo que Elliot reacciona con un leve sonrojo.
Observo la escena atónita; algo sucede entre Elena y Elliot y no necesito ser Sherlock Holmes para notarlo.
- ¿Quieres algo? ¿Café? ¿Agua? – Pregunta Elliot al acercarse a nosotros. Ignorando mi presencia por completo.
Elena le observa de arriba abajo, con una sonrisa extraña en su rostro.
- Anoche, Grace estaba demasiado cansada para recoger la mesa... Sería bueno que le ayudaras. – Comenta señalando el desorden de la sala y la mesa, con su cabeza.
Elliot asiente y sin decir palabra; empieza a recoger los platos y colocar todo en su sitio.
Mi quijada se disloca por la sorpresa; pensé que no viviría para ver el día en el cual Elliot ayudara en los quehaceres.
El, parece un tanto incómodo con mi presencia; pues hace lo posible por no encararme o ver mi rostro, mientras, poco a poco recoge todo.
- ¿Todo bien, Christian? Parece que has visto un fantasma. – Bromea Elena, sacándome de mi sorpresa.
- Yo... - No logro gesticular nada; solo permanezco en silencio, observando como mi hermano arregla todo sin maldecir o hacerlo de mala gana.
Elena, suelta una risita; en ese momento, saca su teléfono de su bolsillo; observa la pantalla por unos segundos; haciendo una mueca de desagrado.
- Apresurate Elliot, no tengo todo el día. – Comenta Elena, centrando su atención en mi hermano; quien, obedientemente, empieza a limpiar con más rapidez.
En menos de 20 minutos, la sala está completamente recogida y el desayuno está casi listo. Cabe destacar, que en todo ese tiempo ha actuado como si yo no estuviese allí.
Me sorprende aún más saber que Elliot sabe cocinar algo más que cereal; a diferencia de mí, pues, hasta el agua del café se me quema.
Mientras tanto, Elena; permanece distraída en su teléfono, escribiendo con avidez.
- Listo. – Informa Elliot, sirviéndole un sándwich de pavo con queso, una taza de café y un vaso de jugo de naranja.
- ¿No le ofrecerás café a tu hermano? – Pregunta Elena mientras le da un mordisco a su emparedado.
- ¿Quieres café? – Pregunta, y aunque la frase es corta; se nota que le ha notado un mundo preguntar.
- Si, con un poco de leche y miel. – Comento, para presionarle un poco. Me dedica una mirada de odio y me observa con frialdad.
- Ya escuchaste, Elliot. – Presiona Elena, observando a mi hermano con atención.
Este, a su pesar; va a la cocina, prepara un poco de leche, y sirve el café con leche en mi taza favorita, echándole un poco de miel, para finalmente, traerla hasta mi.
- Gracias, Elliot. – Digo, para luego darle un sorbo; ante su mirada atenta.
- Bien hecho, Elliot. - Apremia Elena, llamando la atención de mi hermano; este, le observa con una expresión de devoción y satisfacción.
- Por favor, retírate, Elliot. Tengo asuntos que hablar con Christian.
Enfoco mi atención en Elena; no me preocupo en ocultar mi desconcierto; ella, me observa y me guiña el ojo en una mueca juguetona.
Mi hermano se nota incomodo ante la orden; pero, sin decir palabra; se retira, dedicándome una larga mirada de recelo.
- Tú y yo solos ...
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N.d.A.:
* Inserte meme de han pasado 84 años *
Lamento la demora; para premiar mi ausencia, subiré el 2do y 3er capitulo juntos.
¡Gracias por leer!
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Penumbra || 50SdG
General FictionLa venda en mis ojos me mantiene sumido en la oscuridad; tengo mis muñecas atadas con cuerdas, las cuales, hacen su camino alrededor de mi torso, marcando un harnes en forma de pentagrama; el tapete protege mis rodillas, pero a medida que pasan los...