- Iré directo al grano. – Comenta Elena; apartando su desayuno. - Tu madre me ha comentado que la situación económica de ustedes ha decaído bastante; sus vicios y los de tu padre absorben buena parte de los pocos ingresos de la familia. Imagino, estas al tanto de eso...
- Si, lo estoy. – Respondo con frialdad; pensando en las constantes discusiones por la falta de dinero, que, en la mayoría de las ocasiones; terminan con mi madre llorando y mi padre prometiendo que nos abandonara para siempre.
- Tu hermana; está ocupada con sus clases, ayuda a tu madre en casa al salir de clases y tu hermano mayor, ya tiene un empleo de medio tiempo en una ferretería; el único que no está..
- No trabajo porque ayudo en el albergue que está a un par de cuadras del instituto; con eso, subiré mi promedio académico y podre optar por una beca universitaria. – Interrumpo, atropellando las palabras.
Elena permanece en silencio unos segundos después de mi comentario.
Me estudia; como un científico que está observando el comportamiento de un espécimen recién descubierto. Los segundos pasan y el silencio se vuelve incomodo; mientras Elena me observa, atenta e impasible.
Trato de no ceder a su reto y mantengo el contacto visual, con la misma intensidad; pero la ansiedad empieza a dominarme y empiezo a mover el pie contra el piso para tranquilizare.
- Es de mala educación interrumpir, Christian. – Comenta tranquila, con una expresión calculadora. – A los chicos maleducados; se les disciplina hasta que aprenden la lección y a ti, te falta mucha disciplina... - Una sonrisa socarrona se dibuja en sus labios; se inclina hacia adelante lentamente, acercándose a mi rostro sin apartar su mirada gélida de la mía; sin darme cuenta, contengo la respiración; observa mis labios fugazmente y regresa su mirada a la mía, finalmente, se desvía hacia mi oreja
– No me interrumpas cuando te hablo. – Articula lentamente, lo suficientemente cerca de mi lóbulo, para sentir su aliento cálido y un suave escalofrío recorre mi espalda y siento mi corazón latir con rapidez.
Con la misma seguridad y lentitud; se endereza en la silla, volviendo a su postura anterior.
- Estoy buscando un asistente personal y tu madre me ha pedido que te contrate; Trabajaras para mí, de Lunes a Viernes hasta las 7pm; así tendrás oportunidad de hacer tus trabajos; mi chofer te buscara y te traerá a casa al salir. Almorzaras en mi oficina y cenaras aquí o allá, como mejor te parezca. Tus responsabilidades serán: Atender mis llamadas, organizar mi agenda, responder mis correos, pagar mis facturas, entregar mi almuerzo y evitar que personas indeseables malgasten mi tiempo. Tendrás un uniforme, el Lunes cuando llegues a mi oficina, mi abogado te dará el contrato de trabajo y un contrato de confidencialidad. ¿Alguna pregunta?
- No voy a trabajar para ti. – Asevero, con la mayor seguridad que mi voz me lo permite.
- Como yo lo veo; tienes dos opciones... Trabajar para mí o Trabajar en el bar que está a un par de calles; Al trabajar conmigo, te rodearas de personas influyentes, aprenderás a manejar recursos, tendrás seguridad para conversar, viajaras, aprenderás de negocios... Te mostrare un mundo completamente diferente al que has visto hasta ahora... En el bar; solo veras borrachos, prostitutas y alcohol...
Permanezco en silencio; mirando la taza de café que esta entre mis manos, como si en ella pudiese encontrar los secretos del universo.
En cuestión de segundos, las facciones de Elena cambian, de tranquilidad, a desconcierto.
- Que malcriado eres... - Comenta, como justificando mi actitud.
-¿Porque no contratas a Elliot? El parece ser tu perro faldero; es bueno para el puesto.
- Elliot tiene actitudes; pero tiene antecedentes legales y si hay algo que debo proteger de mi empresa, es la transparencia del personal que allí trabaja.
En ese momento; recordé las peleas callejeras en las cuales estuvo involucrado por unos dealers que estaban entrando en su zona de venta; recuerdo bien el inconveniente, pues mamá tuvo que vender su anillo de matrimonio y joyas de la abuela para pagar la fianza.
- No me interesa el puesto. – Susurro, a sabiendas de que; tiene razón; con mi inexperiencia laboral, conseguir un empleo más allá de cantinero sería un milagro; pero no confío en ella; nadie que pretenda ganarse tu confianza comprando regalos caros, puede ser de fiar.
- Muy bien, no tratare de convencerte. – Comenta, poniéndose de pie; para llevar lo que queda del desayuno a la encimera. – Por favor, dile a tu madre que muchas gracias por la cena. – Comenta, mientras toma su sobretodo y se lo coloca.
- ¿Ya te vas? – Mi voz suena con más interés de lo que debe; en mi mente, pensé en tratar de sonar casual.
- Sí, tengo cosas que hacer; personas que ver; cosas que comprar... - Comenta mientras, hace su camino hacia la salida.
- Pero... Mi madre se molestara si no te quedas para el almuerzo... -
- De la molestia de tu madre es de lo menos que debes preocuparte, cariño. – Toma su cartera, las llaves de su carro y le veo hacer un chequeo mental de sus pertenencias. – Me abres la puerta, por favor.
Rápidamente, me pongo de pie, tomo las llaves de la encimera y camino rápidamente hasta la entrada para abrirle.
Elena, pasa por el umbral; sin despedirse, caminando elegantemente hacia su auto, sin mirar atrás o decir palabra.
Le sigo con la mirada; curioso quizá, por su seguridad al caminar o por la forma en la cual parece flotar a pesar de su ropa tan elegante.
Le observo abrir la puerta de asiento trasero colocar la cartera y luego, abrir la puerta del piloto, se detiene unos segundos y dirige su atención hacia la casa.
Su mirada me atrapa, es fría, profunda, oscura y misteriosa; como el océano despiadado y turbulento.
Veo sus labios y gesticular mi nombre.
- Elena. – Murmuro, casi en automático.
Ella no sonríe, se mantiene seria.
Sin decir más, se interna en la cabina de su auto y desaparece minutos después al cruzar la avenida.
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N.d.A.:
¡Gracias por leer! <3
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Penumbra || 50SdG
General FictionLa venda en mis ojos me mantiene sumido en la oscuridad; tengo mis muñecas atadas con cuerdas, las cuales, hacen su camino alrededor de mi torso, marcando un harnes en forma de pentagrama; el tapete protege mis rodillas, pero a medida que pasan los...