Soy la chica nueva y eso me fastidia.
Ya había asumido el hecho de que mis padres me enviaran a este lugar solo para no tener que sentirse culpables porque nunca estaban conmigo, pero que me enviaran a una academia de cazadores me resultaba excesivo. Hubiese soportado que me mandaran a un colegio privado, donde los únicos que van son niños ricos y mimados, o incluso un internado me gustaría más que esto la verdad.
Ser cazadores era lo que había llevado a mis padres a no poder estar nunca conmigo, ¿y ahora querían que siguiera sus pasos? ¿Pero es que estaban mal de la cabeza? ¿Cómo podían ser tan endemoniadamente malvados?
Ni siquiera se habían dignado a decírmelo a la cara, ya que me había enterado gracias a un correo electrónico de mi tía que hasta ese momento no sabía ni que yo existía. No habían tenido el detalle de consultarlo conmigo o al menos de haberme dejado elegir el lugar al que quería ir. Tan solo me habían echado como si fuera un perro y me habían metido en la perrera.
En realidad, ya casi no recordaba ni la imagen de mis padres porque hacía casi año y medio que no les veía sino a través de fotos. Tampoco resultaba una gran pérdida porque desde que tenía conciencia nunca había sentido la necesidad de estar en su compañía ni les echaba de menos, por lo que supuse que ellos sentirían más de lo mismo.
¿Era cruel por mi parte pensar eso?
Por otro lado, aquí, en el mundo real, por encima de todos mis enrevesados pensamientos, mi cuerpo, que no estaba acompañado por mi mente al cien por cien, se encontraba en frente de la gran fortaleza que suponía la Academia Snake. Y allí, parada en frente de mi peor pesadilla tuve ganas de gritar y descargar mi rabia.
Pero no lo hice. Simplemente no lo hice.
En cambio, seguí a la guardiana a la que le había tocado el marrón de recibirme y que supe que hacía todo lo posible por no salir corriendo. Y es que no había hecho ni el menor esfuerzo por ocultar mi mal humor y en aquel momento yo parecía más un buldog rabioso que una chica de diecisiete años. Y, por lo que me habían dicho, cuando yo me enfadaba hasta el mismísimo Satanás me temía.
¿Y aquello no podía ser malo, o sí?
En fin, con la rabia consumiéndome por dentro y la temerosa chica llevándome por todos lados hasta el despacho de la directora, el día no podía ir mejor. Caminaba a duras penas por los anchos pasillos de aquel lugar y de vez en cuando algún que otro alumno que acertaba a pasar por allí se me quedaba mirando con curiosidad. A esas alturas me resultaba realmente extraño no tener a un trillón de adolescentes a mí alrededor cuchicheando sobre mí, la nueva, escaneándome y visualizando cada uno de mis movimientos.
¿Es que había llegado a un extraño instituto donde no había clases sociales y donde todos se trataban bien entre ellos, como en una especie de sexta?
La verdad es que las clases sociales no me agradaban, pero si en aquel lugar no había y todos se trataban bien, no podría sobrevivir ni una hora. Podía llevarme bien con unas cuantas personas, ¿pero con un instituto entero? El trato a las personas no era mi punto fuerte y tenía un problema si iba a tener que hacerme amiga de más de quinientas personas.
Finalmente, después de tres años de incesante caminata, llegamos a lo que supuse que era el despacho de la directora. La guardiana, ahora más relajada, tocó la puerta y entró sin esperar una respuesta, estampándome la puerta en los morros. Con un suspiro de impaciencia me apoyé contra la pared y comencé a dar pequeños golpes al suelo con la punta del pie.
Al cabo de unos ocho minutos la chica salió, esta vez acompañada de un guardián al que parecía que acababan de despertar, y ambos me condujeron lejos de allí. La verdad es que lo único de lo que me había percatado hasta el momento era que el servicio de protección y vigilancia de aquel sitio no era para nada eficiente. Vamos, ¿me están tomando el pelo? ¿Una guardiana que temía a la chica nueva y un guardián que se echaba una siesta cuando se suponía que tenía que estar alerta?
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Herida. Wounded. [INTERRUMPIDA TEMPORALMENTE]
VampireDaniela tiene una vida complicada. A sus diecisiete años ha vivido más de lo que desearía y pocas de esas cosas eran agradables. No era nada fácil ser la hija de dos cazadores de vampiros profesionales y menos cuando estos querían que ella fuera uno...