|Capítulo 4.|

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𝘖𝘯𝘨𝘢𝘬𝘶 𝘯𝘰 𝘏𝘢𝘴𝘩𝘪𝘳𝘢
Capítulo 4.
“Trabajar y trabajar”

A la mañana siguiente, Sui tenía que someterse a un largo chequeo, cortesía de Tamayo, para que con base a sus resultados pudieran definir si la bicolor podría ser capaz de valerse por sí sola en un mercado tan demandante como era el cercano, o de...

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A la mañana siguiente, Sui tenía que someterse a un largo chequeo, cortesía de Tamayo, para que con base a sus resultados pudieran definir si la bicolor podría ser capaz de valerse por sí sola en un mercado tan demandante como era el cercano, o debía quedarse a descansar unos días más, guardando reposo.

De todas maneras, si estos no le permitían salir, ella buscaría la forma de escaparse. Ya estaba harta de estar encerrada, además necesitaba reunir dinero suficiente para pagarles todo lo que ellos habían gastado en ella y su hermano, su orgullo no le permitiría aceptar la ayuda sin antes no dejarles algo a cambio, porque pese a que eran demonios y ella los discriminó tan pronto despertó de su sueño, ellos siguieron cuidando de ella y su hermano menor sin importar qué, cuando ningún otro humano que pasó cerca al río esa noche se atrevió a auxiliarlos por muy muertos que se vieran.

La bicolor acababa de despertarse sobre su futon, sintiendo una pequeña mano apretar la suya. Ella se giró en dirección a esta, encontrándose con su pequeño hermanito, Sei, que dormía muy tranquilo mientras de vez en cuando apretaba la mano de su hermana mayor. La bicolor mostró una sonrisa muy enternecida, sentándose con lentitud sobre el futon para tomar a mano de su hermano y acariciarla suavemente con su otra, viendo que éste mostraba una sonrisa entre sueños. Fue entonces que la bicolor soltó un pesado suspiro, cambiando su semblante a uno más triste.

—–Solías tomar la mano de Sai así... Cuando tenías miedo.—murmuró, mordiendose su labio inferior con frustración. Intentaba realmente no soltar lágrimas de tristeza al recordar a su pequeño hermano, quien ahora era un cruel demonio.—–Haz perdido una parte de ti Sei... Por culpa de ese... Maldito...

Dentro de sí, sentía que algo de odio crecía tan pronto comenzaba a recordar o siquiera a pensar en esa noche. Esa casa oscura y después del estruendo en esa habitación, tener la imagen de ese pequeño niño de cabello blanco y ojos violetas estirando la mano hacia ti para pedirte ayuda, pero por desgracia estás igual de paralizada por terror, por ello, no te permite correr o moverte, ni siquiera pensar. Es como un horrible trance que no permite que hagas otra cosa más que observar, como si te dijeran “mira, esto es tu culpa” o “Es con lo que tienes que lidiar ahora”. Las desgracias comenzaron tan pronto ese maldito demonio se apareció en sus vidas, y aún así, la joven Sui tiene que lidiae con ese horrible recuerdo cada noche, además de que por haber sido tan torpe y caer al vacío, su hermano de apenas diez años ha arruinado su vida y echado a perder su infancia, pues ya no puede sentir nada desde la cadera hacia abajo.

La bicolor soltó un leve suspiro entrecortado, que pronto calmó al escuchar que un par de pasos se acercaban a la habitación. Según sus oídos aún estaban lejos, pero no dudaba en que sería esa demonio carismática que repite con sorpresa un “Oh mi” a cada rato. O quizá también sea ese demonio de cabello menta, que sin importar lo que hagas te juzga y es muy gruñón. La bicolor al pensar lo último recordó con gracia lo que le había dicho su hermano hace un par de días, cuando estaban terminando de cambiar su vendaje.

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