"𝓗𝓪𝔂 𝓺𝓾𝓮 𝓼𝓮𝓻 𝓻𝓮𝓪𝓵𝓲𝓼𝓽𝓪𝓼. 𝓝𝓸 𝓽𝓸𝓭𝓸𝓼 𝓶𝓮𝓻𝓮𝓬𝓮𝓷 𝓪𝔂𝓾𝓭𝓪 𝓸 𝓳𝓾𝓼𝓽𝓲𝓬𝓲𝓪. 𝓐𝓼𝓲 𝓬𝓸𝓶𝓸 𝓷𝓸 𝓽𝓸𝓭𝓸𝓼 𝓶𝓮𝓻𝓮𝓬𝓮𝓷 𝓼𝓮𝓻 𝓼𝓪𝓵𝓿𝓪𝓭𝓸𝓼"
En un mundo en donde matar o morir es la ley de la vida, sólo los cazado...
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“Realidad. Dulce y cruel realidad”
La realidad es básicamente el tiempo o noción en la que se desarrolla y desarrollamos todo. Es igual para muchos, pero también diferente para otros. Cosas nos pasan, cosas no suceden simplemente.
Todo es cuestión de la realidad.
Aveces es dura, difícil y un infierno. Pero otras veces es dócil, tranquila y casi un paraíso.
Dicen que todo depende de cómo veas las cosas. Pero en particular, aunque haya una mínima diferencia, la realidad es la misma y siempre es la misma. Depende de ti si abres los ojos o prefieres seguir viviendo en la ignorancia de que todo está bien.
Pero en éste mundo, nada está bien.
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—–¿En dónde están? ¡Los voy a encontrar!—advirtió la joven, usando un tono divertido en su voz.
Lejos de ella, en lo cercano al bosque para ser más exactos, Suigintou podía escuchar las risas alegres de sus hermanos menores, intentando ser calladas por ellos mismos. Una sonrisa se dibujó en sus labios, sin duda que sus hermanos no sabían esconderse de ella. Aunque, bueno, la bicolor tenía más ventaja sobre ellos que cualquier otro, gracias a su sentido de la escucha el cuál era increíblemente agudo.
Podía usar una venda y aún así podría encontrarlos en poco tiempo.
—–¡Sai! ¿Sei? Ya sé en dónde están~
Casi todos los días, o al menos cuando no tenía que cuidar de las cosechas, Suigintou aprovechaba su tiempo para jugar con sus hermanos. Mataba el aburrimiento de esa manera, siendo jugar con ellos una de sus actividades preferidas. Casi siempre, sus padres no estaban en casa; ellos debían caminar al mercado más cercano para vender sus cosechas, así que dejaban a Sui a cargo de sus hijos menores —que eran gemelos— y también de los que haceres de la casa. De esa manera, ellos lograban mantener a sus hijos con bienes, siguiendo una rutina monótona pero necesaria. Y pese a que sus bienes eran pocos, a comparación de otros niños de la pequeña aldea, los hijos de la familia Mahara siempre lograban arreglárselas para pasarla bien.
