Parte de algo

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¡Sigue aquí!

Después de tanto tiempo sin venir, asumí que lo habrían cortado para construir una mansión más o para hacer alguna excavación con tal de hallar el falso oro.

Los recuerdos me invaden mientras recorro su alrededor tentando con mis dedos la corteza. Cada sensación se percibe como nueva, cada olor y cada color que emerge de él, evoca muchos sentimientos en mí.

Las iniciales C.M. que grabé con un cuchillo de mamá siguen aquí, y también la rama rota por la que caí un día lluvioso de julio.

El alba apenas se asoma, y vislumbro a millares de copos cayendo alrededor, resplandecientes con las primeras luces del día.

Apenas toco el primer hueco por el que papá solía dejarme para empezar a escalar, puedo notar el paso de los años. Lo que antes me parecía tan alto y suficientemente grande como para que mis dos pies cupieran, ahora es tan pequeño como la palma extendida de mi mano.

Dejo mis materiales donde antes solía estar la manta de picnic y froto mis manos para calentarlas, la nieve de otoño ha comenzado y mis manos desnudas lo sienten.

Con un poco de esfuerzo logro afianzarme del primer hueco, y poco a poco voy colocando los pies en los pequeños pliegues del tronco. Las distancias entre los puntos de apoyo ahora son más pequeñas y puedo alcanzarlos con facilidad.

En unos cuantos pasos me encuentro en la gran rama.

El viejo árbol podrá haber crecido, pero esta rama parece que no ha sido tocada por los dedos del tiempo. Ni con la extensión de mis brazos puedo abrazarla, y la sensación de estar aquí arriba, con el cuerpo tumbado sobre él me transmite una inmensa paz, me hace sentir parte de él. 

Por un instante pienso que lo soy.

¿Cómo sería? El joven Cole Mackenzie convertido en una rama más. Una parte de algo tan grandioso, creciendo, alojando brillantes y coloridos pájaros en primavera, resistiendo a lluvias, nevadas, ventiscas y a cualquier desastre que quisiera derribarla.

Sé mas que nadie, que las ramas de un árbol no son invencibles, mi pequeña cicatriz en la cabeza me lo recuerda cada día, pero aunque sea por un segundo, me gusta sentirme parte de algo.

Aprovecho este fugaz momento para sentir la textura rugosa del árbol, para oler su delicioso aroma y tomar aire fresco. Simplemente me siento en paz.

Abro los ojos, dejo de abrazar la rama y me incorporo. No muy lejos, en lo alto, puedo ver un búho dormitando en la comodidad de su hogar. Sonrío.

Bajo con cuidado del árbol y me despido de él, esperando que no pase demasiado tiempo para verlo de nuevo.

Recojo mis cosas del suelo, y vuelvo corriendo hacia el camino que va a la escuela.

Caminando tan rápidamente, el recorrido se disuelve en una fracción de segundo y sin darme cuenta, ya estoy en mi lugar habitual, a la espera de mis compañeros y el señor Phillips.

-¡Una falda no es una invitación!- El grito de una alterada Anne llama mi atención y me hace intuir lo que pasó.

Sé de qué va ese juego. A los niños les encanta cometer esas faltas de respeto tan repugnantes sólo para reírse de las reacciones de todos. Qué bien que Anne haya tenido el valor para defenderse. Nunca me ha parecido un juego inofensivo.

A pesar de querer apoyarla en su solitaria lucha, estoy más inquieto por lo que pasó hace un par de días. El estar trepado en el viejo roble me refrescó la mente sobre todo lo que dijo el gran e imponente Joe Winchester cuando se mostró como un venado a punto de ser cazado ante mí.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2020 ⏰

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Un extraño en una tierra extraña (Cole Mackenzie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora