Parte IV

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Eran pasadas las diez de la noche, Katsuki se encontraba saliendo de un bar del centro al que había asistido junto con Eijirou y Denki -los idiotas, como a veces suele referirse a sus amigos-, el turno de los tres había acabado hace un par de horas. Katsuki salió primero del lugar e iba camino a casa, el turno de Izuku comenzaba pronto así que tenía que llegar en breve.

Se había medido en los tragos tomados esa noche así que podía llegar por su cuenta sin problemas, también una parte de él se sentía "tranquila" y agradecía al alcohol por ello. Sin embargo, si en algún momento pensó que el alcohol podría despejar los tormentosos pensamientos que lo habían estado siguiendo desde hace semanas estaba realmente equivocado, lo único que había provocado es aumentarlos, ahora no solo se sentía avergonzado sino también enojado con su maldita persona y con su orgullo.

Porque... Es decir, ¿acaso Katsuki se sentía menos héroe por ser el numero dos cuando desde su infancia se propuso a si mismo ser el héroe número uno?, ¿se sentía frustrado porque quien realmente tenía ese puesto era nada más ni menos que su esposo?, ¿se sentía molesto porque después de pensarlo tanto se dio cuenta que las únicas veces que logro ser el número uno fue cuando Izuku obtuvo licencia por paternidad en ambos embarazos?... La respuesta a todas esas simples preguntas era si, si, y maldita sea que si.

Pensaba que era patético incluso querer alcanzarlo, seguro no podría, ya no era más su rival ¿cierto?, Izuku ya había ganado. Y si una parte de él se sentía realmente orgulloso de su esposo otra no lo toleraba. Y eso estaba mal, muy mal, sabía que esos sentimientos tenían que irse de una vez. Ama demasiado a su Deku, le dio muchas razones para amar aún más su vida: ser su novio, su prometido, su esposo, su más grande apoyo y tener una familia. Eran cosas que el rubio simplemente ama con toda su alma. Es por eso que había días que evitaba completamente al pecoso, no quería decir cosas equivocadas, no quería una discusión innecesaria con él, por esa misma razón no quería hablarlo, pero tampoco sabía si eso estaba bien.

Tal vez era mejor arreglar sus problemas por su cuenta, claro.

Cuando llego a casa la luz de la sala estaba apagada, la única iluminación llegaba del pasillo que daban a las escaleras y del lado del comedor, donde se encontraba Izuku.

Oh no, pensó Katsuki.

— Estoy en casa. — dijo casi en un susurro.

— Bienvenido Kacchan, ¿estás bien? llegas más tarde lo usual. — dijo el peliverde que se estaba preparando para salir a cubrir su turno. Pero igual tenía tiempo para hablar, necesitaba hablar, el sentimiento de que algo mal estaba pasando lo ahogaba.

— Mmh— asintió. — ¿Los niños ya duermen?— pregunto, visiblemente quería escapar de ahí.

— Si, desde hace rato. — sonrió.

— Bien... supongo que voy arri...—

—Basta — interrumpió el peliverde con un claro tono de molestia.

— ¡¿Ah?!— Y bueno, tal vez la combinación del carácter explosivo del rubio y el alcohol en su sistema no era la mejor.

— Estoy harto de que sigas evitándome, ¿qué rayos te sucede?— Ahora Katsuki podía confirmar que sí, estaba enojado. Esto se va a poner difícil.

Y era raro que Izuku se enojara con él. El peliverde podía sonreír siempre –en serio-, ser amable, ser delicado a su manera, en pocas palabras podría ser la dulzura personificada, pero enojado, para el rubio podía ser tanto escalofriante como excitante, pero eso último no venía al caso en ese momento.

Let's Hurt Tonight - [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora