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— ¿Leche?
— ¡Listo!
— ¿Harina? ¿Huevos? ¿Mantequilla?
— ¡Listo, listo y listo!
— ¡Comencemos!
Algo de harina cayó al suelo seguida de un par de huevos.
En el tazón entraron trozos de cascarones, el papel que envolvía la mantequilla se unió a la mezcla junto con algunas, demasiadas, chispas de chocolate. La batidora se encendió seguida de algunas risas infantiles.
— ¿Estas seguro que dejarlos en la cocina es buena idea? —El rubio mantuvo la vista en la televisión escuchando el desastre que había en la cocina— ¿Katsuki?
— Es tu cumpleaños. —Cambio de canal— Déjalos hacer lo que tengan que hacer, cara de ángel.
— Pero...
— Cuando terminen con su desmadre yo los bañaré y tu limpias la cocina. —Dejó el canal de noticias.
Ochako miraba con nerviosismo hacia la cocina donde sus pequeños de no más de siete años jugaban a cocinarle un postre muy especial para regalarle el día de su cumpleaños.
Luego de una hora ambos niños corrieron emocionados hasta donde se encontraban sus padres, que miraron confundidos lo que los infantes presentaban ante ellos.
Un bowl relleno de lo que parecía ser masa cruda de un color café, casi negro, chispas de chocolate por todos lados y algunas manchas de crema batida con velas para pastel encima de estás. Los niños lo levantaban orgullosos hacia su mamá para que lo probara.
— ¡Feliz cumpleaños mamá!
Katsuki aguanto la risa mientras veía como su esposa tomaba la cuchara que había en el trasto y tomaba un poco de lo que era aquel postre extra especial para el cumpleaños de mamá.
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