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×ღ×
El alma tiene ilusiones,
como el pájaro alas.
Eso es lo que la sostiene.
(Victor Hugo)
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El camino que recorrió Leonardo con sus nuevos amos fue silencioso e incomodo, al menos se logró tranquilizar al oír a los hijos de la mujer que lo había comprado reír y jugar inocentemente, de cierta manera eso le recordaba a su antiguo hogar, con su madrastra esperándolo en la puerta de la pequeña casa con la cena ya lista en la mesa dentro de la pequeña, pero cálida, choza.

Sus pensamientos fueron interrumpidos debido a la voz de la mujer que lo compró. Leonardo se reincorporo y miro a la mujer, no se dio cuenta de cuán bella era hasta ese momento, parecía una mujer en sus treinta con su hermoso y sedoso cabello de color castaño oscuro agarrado cuidadosamente con cintas que estaban adornadas de piedras de distintos colores, su rostro tenía unas facciones perfectas acompañado por unos ojos de color café claro, que mostraban una mirada firme pero amable.

-Que hermosa es usted mi señora.

Los niños se giraron a verlo con curiosidad, Leonardo rápidamente oculto su rostro entre las bolsas que traía entre sus manos pues sintio como la mujer lanzó un pequeño resoplo ante su comentario. Sabía que esto era demasiado bueno para ser cierto, ahora probablemente la mujer lo volvería a dejar con aquel hombre malo por haber dicho aquello.

Leonardo a punto de disculparse y pedir clemencia, sintió la mano de la mujer sobre su cabeza una vez más, y removiendo las bolsas que cubría su rostro, vio como su nueva ama estaba inclinada frente a él sonriendole amigablemente.

-Pues muchas gracias, es lindo que pienses eso de alguien poco atractiva como yo.

-¡P... Pero mi señora usted es hermosa!... Y quien le diga que usted no lo es, es porque esta celoso... Y... Y...

La mujer Auditore se levanta mientras le extendía su mano, Leonardo se asusta un poco pues no entendía el propósito de esa acción hasta que de reojo ve como los hijos de su ama se sostienen de las manos, como indicándole lo que ella quería hacer. Un poco temeroso, Leonardo traga saliva y acomoda las bolsas en su otra mano para dejar su mano derecha libre y sostener la mano de la mujer.

La mano de su nueva ama era suave y cálida además que la forma en que sostenía su mano era delicada como si él fuese un hijo más, se sentía algo apenado debido a los ropajes tan desgastados que usaba pues lograban atraer algunas mirabas indeseables y murmullos.

Leonardo de la vergüenza bajo su mirada para que no vieran las lagrimas que rodaban de sus mejillas. Después de unos momentos sintió como la mujer soltaba su mano suavemente, curioso, levanto su mirada y vio una gran puerta con elegantes diseños.

La noble mujer se gira para ver al nuevo integrante de su familia mientras sus dos hijos entraban corriendo a través de la puerta.

-Este sera tu hogar de ahora en adelante mi querido niño.

Y al atravesar esas grandes puertas, Leonardo se sintió un poco extraño, pues él sentía que esto era como un castillo de cuentos de hadas, era incluso mas grande que la casa donde solía vivir antes de ser vendido, la mujer Auditore sonrió al ver el pequeño rubor en sus mejillas.

Leonardo no podía creer que iba vivir aquí, todo eran tan elegante y de buen ver, se giro al oír una de las tantas puertas de alrededor abrirse y vio salir a una niña, que parecía tener su misma edad, con su cabellera recogida de la misma manera que su nueva ama, pero las cintas que sostenian su cabellera eran de un color blanco y diseño sencillo, ademas que el color de su cabello era un castaño mas oscuro. La joven iba acompañada de otras dos personas que supuso eran otros sirvientes.

Uccello in gabbiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora