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×ღ×
Tus alas
nadie te las
puede quitar
pero depende
de ti si las usas o no.
×ღ×

Leonardo resoplo una vez más mientras le pedía a la joven, que debía retratar en un cuadro por encargo, que no se moviera lo cual era difícil de hacer para ella debido al joven que no paraba de coquetearle.

Pues después del sermón del patriarca Auditore, él mando a Federico a hacer unos recados mientras a Ezio lo mando a que acompañara a Leonardo en su taller.

Ezio al llegar al taller, se quejo debido a que el lugar estaba abarrotado de cajas viejas, lienzos, botellas de pinturas entre otras cosas además de que las paredes estaban tapizadas de hojas con bocetos de maquinas extrañas. Leonardo acepto a Ezio debido a que María iría por él después de unas horas además de que él quería recordar los momentos en que cuidaba del joven cuando era más pequeño.

-Por favor... Ezio, ¿podrías alejarte de la señorita?

Ezio parecía no escuchar al artista, quien empezaba perder la paciencia, ¿sería muy malo querer reprender al hijo de su ama? Al final la chica alejo al Auditore un poco sonrojada debido a la proposición que le acaba de hacer.

Dejando escapar un suave resoplido, Leonardo se levanta de su asiento pues al parecer el cuadro tendría que esperar un poco más. Poniendo el lienzo en el suelo con cuidado, el artista se acerca a la pequeña cocina, que junto con el cuarto en donde dormía, eran las habitaciones más presentables. Y antes de tomar la última copa limpia, oye unos suaves toques sobre su puerta que hacen que rápidamente suelte la copa y se dirija a la puerta pues podría reconocer ese tipo de toques y al abrirla y ver a las dos mujeres Auditore frente a él, rápidamente saluda con un beso en cada mejilla a María y una cariñosa sonrisa a Claudia.

-Madam Maria, joven Claudia, que alegría verlas.

-Leonardo, es un placer verte de nuevo.

Claudia se mantuvo en silencio mirando al suelo, parecía triste pero el artista no se atrevía a preguntar lo que pasaba. La madre y la hija entraron al taller en silencio. Claudia al ver como su hermano coqueteaba con la joven, no dudo en darle un golpe en la cabeza, que le hizo dejar salir un pequeño gemido, antes de jalarlo por la oreja hasta donde estaban su madre y Leonardo.

La mujer Auditore sonrió al ver a su hijo sentando tranquilamente al lado de su hermana. Mientras tanto la joven, que estaba siendo retratada, salio de ahí en silencio mirando horrorizada a la joven que golpe al hombre que coqueteaba con ella.

-¿Les puedo ofrecer algunas frutas?... ¿Quizá vino?

-No, no gracias querido, hemos venido por mi encargo.

-¡Oh, cierto! Perdóneme, bajare enseguida con el encargo.

Y entonces, Leonardo subió por las escaleras para ir a un cuarto para huéspedes en donde estaba la caja con las hermosas pintura para María. Pasaron unos momentos antes de que la mujer Auditore mandara a Ezio a ver que pasaba con Leonardo.

Ezio enojado se levanta y se dirige al segundo piso con pasos muy desganados. Claudia entonces miro a su madre, ella hace lo mismo al sentir su mirada.

-Madre... ¿puedo contarte algo?

◇◇◇

Honestamente, Leonardo no calculo bien esto, la caja no se vea tan pesada el día anterior y lo peor era que por un error suyo, su sextante cayó dentro de la caja, al momento de que intento sacar algunas pinturas para poder levantarla y cuando intento recogerlo el marco de una pintura de gran tamaño se enredó con su capa.

Su única esperanza era que alguien lo encontrara y parecía ser que sus oraciones fueron escuchadas al oír una voz que le llamaba.

-¿Maestro?

Uccello in gabbiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora