CAPITULO XI

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Camino al mismo lugar de siempre, sentía la fresca brisa del atardecer chocar con mi rostro y despeinar mi cabello ligeramente. Al acercarme a mi destino puedo verlo, está sentado de espaldas a mí en la banca debajo de un árbol, mirando al punto donde se mezclan el atardecer y el océano. Muchas veces me preguntó qué pasará por su mente, su mirada siempre me llena de paz y a la vez me produce una extraña y ligera inquietud la cual soy incapaz de explicar, mucho menos entender.

— ¡_____!, llegaste justo a tiempo —me dice con una voz calmada y ligera —, siéntate a mi lado, el atardecer está a punto de llegar.

Tomo asiento a su lado, y sin darme cuenta inclino mi cuerpo para que mi rodilla choque con la suya, el mero contacto con su cuerpo manda un escalofrío por mi columna.

La puesta de sol está a solo unos minutos, y es en este momento que me atrevo a mirar su rostro, calmado, lleno de paz. Sus ojos color miel me inspiran una tremenda confianza, igual que la primera vez que los vi. Cuando voltea a verme siento como el color sube a mis mejillas, soy incapaz de bajar la mirada y dejar de ver sus hermosos ojos. Lo único que me saca de mi trance es cuando toma mi mano entre la suya y la acerca lentamente a sus labios.

Me acomodo a su lado, descansando mi cabeza en su hombro y ambos nos quedamos viendo la puesta de sol, lo único que puedo escuchar son las olas del mar y el palpitar de su corazón.

— ¿Volverás? Extraño sentarme a tu lado para ver el mar y el sol por las tardes —me dice en apenas un susurro.

—Yo... No puedo regresar, no después de lo que escuché —no puedo evitar sentir como una profunda tristeza me inundaba.

— ¿Estas segura de lo que escuchaste?, ¿Piensas que de verdad te haría daño? —desde que me fui de Italia no he dejado de preguntarme lo mismo, y por más que intento ver las cosas de otra manera siempre llego a la misma conclusión.

—No puedo negar lo que escuché, así como tampoco puedo verte como lo hacía antes —había estado mucho tiempo pensando las cosas, ya no podía volver a su lado. Ya no confiaba en sus palabras.

—Si ya no confías en mí, ¿por qué sigues buscándome en tus sueños? —me preguntó como si hubiera escuchado mis pensamientos.

—Porque es el único lugar donde puedo volver a estar cerca de ti —le respondí mientras acariciaba su rostro con la palma de mi mano por última vez antes de despertar.

Aún siento mi respiración un poco agitada, esta es la primera vez que sueño con él desde que llegué a Morioh. ¿De verdad lo extraño tanto como para buscarlo en sueños? Después de todo lo que pasó, ¿Por qué aun quiero verlo?

Lo mejor para dejar de pensar en todo esto es comenzar a prepararme para el colegio, por lo que me levanto y me apresuro a tomar una ducha, ni siquiera me detengo a esperar a que el agua se caliente, necesito despejarme lo más rápido posible y estoy segura que el agua fría me ayudará. Supongo que si hay algo en lo que soy buena, es en tomar malas decisiones, al salir de la ducha no puedo dejar de temblar, estaba tan perdida recordando mi sueño que ni siquiera me percate del frío que estaba haciendo.

— ¿Por qué el clima en Japón cambia tan repentinamente? —mascullé, ayer el día estaba soleado y hoy siento que voy a morir congelada.

Al ver la hora puedo percatarme que aún es algo temprano, por lo que me dará el tiempo suficiente para prepararme algo rico como desayuno. Abro la nevera y veo que aún tengo varias verduras y arroz cocido, sobreviviré para el desayuno aunque lo más probable es que hoy por la tarde tenga que ir al supermercado.

Unbreakable Bond (JosukexReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora