Aphrodite's Club [Kookgi]

Conociendo a Jeon Jungkook

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Otro día en el trabajo...

La madre de YoonGi se estaba volviendo insoportable cada día y eso molestaba al rubio.

Era difícil que escapara de ella durante el desayuno o almuerzo.

La mujer realmente no se casaba de preguntar por el joven que lo había ayudado hace semanas atrás; la mujer se había emocionado por YoonGi cuando esté había mencionado su nombre.

Aún así después de tantos días el hombre aún no apareció por las juntas, ni tampoco apareció en su oficina.

Su hombre de confianza, Jung Hoseok siempre decía lo mismo.

Asuntos importantes que lo mantenían ocupado.

Si, como si la empresa de su padre no fuera importante tampoco.

Aún así su madre insistía en que YoonGi exigiera la presencia de Jeon en las reuniones.

- Hijo deberías pedir que el venga - Su madre le repetía haciendo que la cabeza de YoonGi zumbara.

- Madre, si el señor Jeon no puede venir yo no puedo hacer nada, son sus asuntos personales, no los míos - Y trataba de escapar de su madre lo antes posible.

¿Qué tan importante tenía que ser realmente ver al hombre?

Entendía que talvez su madre quería que todos los accionistas importantes estuvieran en la reunión, pero aún así no era como si YoonGi pudiera exigir la presencia del hombre allí.

Aunque dentro suyo si quería ver al hombre para agradecerle su ayuda por el accidente; Jeon se había preocupado por él, incluso cuando el doctor había llegado, dándole indicaciones, según lo que había dicho Moonbyul, antes de que YoonGi despertara.

Aún así YoonGi no entendía muy bien porque el hombre se había preocupado tanto por él.

- Tu me recuerdas a alguien...

Esa frase rondó su cabeza por días y semanas en las cuales por accidente se había distraído en las reuniones.

¿Por qué los hombres como esos eran tan misteriosos?

Hombre como su amado y como Jeon eran la intriga de mujeres y pasivos; el tenerlos era una bendición disfrazada.

Podías tener su amor, pero los secretos también eran parte de ellos.

A muchos si les gustaba el sensual misterio que despedían, pero no YoonGi, al rubio realmente no le gustaba eso.

Se había dado cuenta de ello cuando una mañana se había levantado en una cama fría y solitaria.

No había podido decirle un buenos días al hombre que amaba, y realmente nisiquiera susurrar su nombre para despertarlo; no podía compartir todos sus días con él, no podía llamarlo al teléfono si tenía un mal momento en el trabajo, nisiquiera podía verlo fuera de las cuatro paredes de una habitación de hotel.

YoonGi tocó el cristal de la ventana, miró la gran ciudad de Seúl a sus pies y suspiró mientras la luna llena se alzaba en el cielo.