EPILOGO:
Habían noches en las que me despertaba buscando absurdamente su presencia a mi lado, días en los que corría hasta la habitación de al lado con la esperanza de que Melina estuviera ahí, noches en las que huía al bosque anhelando ver nuevamente su auto volcándose en la nieve, anhelando volver a salvarle la vida. No había una noche en la que no pensara en ella, en las cosas que habían pasado.
¿Cómo era posible haberla amado tanto en tan poco tiempo? Hay cosas en la vida que no tienen explicación, así habían sucedido las cosas. Yo no necesitaba un cambio en mi vida, yo no necesitaba que puseran mi vida patas para arriba, que lo sacudieran todo, que me dieran todo solo para volvérmelo a arrancar.
Llegó la primavera y la situación fue la misma, seguí callado hundiéndome cada día más dentro del propio abismo de mi mente. Las cosas en el pueblo habían cambiando impresionantemente pero estaba seguro que nadie había cambiado tanto como yo. Se sentía como si estuviera viviendo en un lugar totalmente distinto al lugar en donde había nacido. Periodistas llegaron semanas después de que arrestaran a Melina, buscaban respuestas sobre lo que había pasado, buscaba encontrar algo sobre el viejo Brate, al parecer el viejo se podría en dinero.
Grandes empresarios pusieron sus ojos en el pueblo, llevándose toda la calma hundiendonos en la locura, cientos de turistas comenzaron a llegar al darse cuenta de la magnitud y espectacularidad de nuestro pueblo. Claro, ahora todos estaban más felices, nuestro pueblo había vuelto a ser un lugar en el mundo, un lugar conocido.
Finalmente había llegado el verano, nuestra anhelada graduación, ese momento en el que según nuestros planes de infancia, nos iríamos del pueblo en busca de un lugar mejor, de trabajo y aventuras por vivir...
Jack y Mack ya tenían los tickets de vuelo comprados para irnos lejos en cuanto nos dieran nuestro diploma, no sé como pero habían logrado convencer a mi madre de dejarme ir...Supongo que mi madre aceptó con facilidad pensando que irme lejos me ayudaría a olvidar a Melina, el único amor de mi vida. Si tan solo supiera lo equivocada que estaba
—¡Vamos Sid, llegaremos tarde al aéreo puerto!—exclamó Jack frente a la puerta de mi habitación.
—No tengo ganas de volar, lo sabes bien...
—¿Vas a seguir diciendo que no siempre?—preguntó Mack perdiendo la paciencia.
—Una vez dije que sí, le dije que sí a Melina la noche en que entró en mi habitación totalmente desnuda y temblando de frío, le dije que sí cuando me pidió que le hiciera el amor, le dije que sí cuando me preguntó si la amaba...Le dije que sí a tantas cosas que solo trajeron dolor, no pienso volver a sufrir, no pienso volver a decirle que sí a nada, nunca más.
—¡Por favor Sidney!—exclamó Mack—Tienes que olvidarla...Tienes que dejar atrás el pasado o te vas a volver loco.
—¡Yo ya estoy loco! ella me volvió loco.
—Como sea...Ya nos tenemos que ir, si cambias de opinión, estaremos en la salida del pueblo esperando el bus para ir al aeropuerto.
Jack se dío la vuelta antes de salir y agregó algo más.
—De verdad espero que cambies de opinión...Te quiero demasiado Sid, había esperado tanto este momento.
Él salió y me quede allí sólo con mis temores, sólo con mis recuerdos, sólo con los fantasmas de un amor que nunca fue.
—Sidney...Pensé que te habías ido sin despedirte—dijo mi madre con lágrimas en los ojos mientras entraba en mi habitación y se sentaba junto a mi en la cama.
—No voy a ir a ningún lado...
—¿Es por ella cierto?
—Claro que es por ella, no podría ser por alguien más.
Mi madre me sonrió y asentío con la cabeza para luego salir de mi habitación.
—Ya sea que decidas irte o quedarte recuerda que nadie puede amarte más que yo—sonreí tristemente y ella salió.
Mi teléfono vibró dentro de mis bolsillos y contesté sin mirar de quien se trataba, no necesitaba hacerlo para saber que eran Jack o Mack.
—¿Que quieres?—contesté con voz llorosa.
—Tienes que venir con urgencia a la carretera de las afueras del pueblo ¡Lo mas rápido que puedas!—era la voz escandalizada de Jack.
No sé ni porque lo hice pero tomé mis maletas y salí de la casa sin decir una palabra, tomé mis llaves y conduje sin parar hasta llegar a esa maldita carretera.
—¡Mack!—grité mientras salía de mi auto y miraba a todos lados—¡Jack!
—Hola Sidney—me dí la vuelta y casi me caigo de rodillas al ver quien me saludaba con una voz cálida tan veraniega.
Su cabello ahora brillaba casi con la misma intensidad que el sol y su sonrisa me encandilaba dejandome sin respiración, sus enormes ojos verdes parecían arboles veraniegos, y una tierna brisa movía su vestido floreado de un lado al otro. La última vez que la había visto ella había dicho que me amaba...La primera vez que la vi ella parecía una tormenta invernal ahora lucía como un día de playa en verano.
—¿Melina?—exclamé y corrí hasta ella.
—¿Estarías dispuesto a huir conmigo?
—¿Donde están mis amigos?
—Se adelantaron un poco...Nos esperan en la ciudad, claro, si es que tu aceptas venir conmigo.
La miré de pies a cabeza con una tonta sonrisa expandida por mi cara, Melina, mi amor de invierno estaba justo frente a mí pidiéndome que hullera con ella, practicamente rogándome que fuera su amor de verano, primavera, otoño y de todo los días del año, estaba dispuesto a ser su amor de toda la vida.
—La respuesta es un enorme y gigantesco ¡si¡—exclamé riendo sin temor a lo que venía, miles de preguntas nadaban en mi cabeza ¿Que hiciste todo este tiempo? ¿Cómo saliste de la carcel? ¿De verdad me amas? ¿Es esto real o es solo una ilusión? No me importaban las respuestas a ninguna de esas preguntas solo me importaba irme lejos con ella, vivir sin miedo y decirle que sí a todas las cosas que se pongan frente a mis ojos—¡Claro que si!—grité y la bese en lo labios, un beso lleno de promesas de amor eterno.
FIN
ESTÁS LEYENDO
MELINA (Concurso Books)
Teen FictionMELINA En "Melina" nos inmiscuiremos en la aburrida vida Sidney Collins, un adolescente a punto de cumplir sus dieciocho años de edad, edad anhelada por muchos...menos por él. Todo indicaba que sería un invierno como cualquier otro, la nieve arruina...