Capitulo 2

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Ana bajo del coche, seguida por Ángela y más tarde por Adrián. Introdujo la llave en la puerta principal y pasaron dentro.

Era una casa sencilla que tan solo contaba con dos habitaciones, un baño, cocina estrecha y un pequeño salón también utilizado como comedor.
Poseía una decoración escasa, apenas se podía encontrar un jarrón, un reloj viejo y un par de cuadros de personas cuya identidad Adrián desconocía.
La primera habitación, antes ocupada por la madre, contaba con un armario de madera oscura, una cama grande y una pequeña mesilla en la que se veía una foto de un hombre jóven, del que su madre nunca hablaba, si no que se limitaba a mirarlo fijamente por las noches. Las paredes eran de un color naranja apagado y desgastado por el tiempo, con pequeñas manchas en algunos lugares de la estancia, tenía un olor neutral no se apreciaba ningún tipo de fragancia o perfume, debido a que su madre pasaba el tiempo en el trabajo o encargándose de la pequeña de la casa.
En la habitación restante se podía encontrar una litera ocupada por, abajo Ángela y en la parte superior Adrián, un armario, y una mesa alargada. Al contrario que la anterior estancia esta tenía un color azul claro en las paredes y se podía apreciar un olor dulce, como fresa, proveniente del perfume de Angela.

La primera semana transcurrió rápidamente, Adrián se dedicaba a ir y venir de clase, sin prestar casi atención a Ana, que invertía su tiempo en preparar la comida y ayudar a Ángela, y aunque no le prestará mucha atención a la asistente, Adrián se dio cuenta de que trasnochaba bastante. Ya que al encontrarse ambas habitaciones próximas, se podía ver la luz que se escurria por la rendija de la puerta cada noche.

Al transcurrir esa semana, finalmente pudieron acudir con su madre, que se encontraba, según les había informado Ana, estable.

Llegaron al hospital, y en recepción les condujeron a la habitación 191.
Ana esperó fuera, mientras los hijos de la hospitalizada entraban en la sala.
Se encontraba recostada en la camilla, la pequeña corrió hacia su madre y la abrazó con fuerza, al la vez que comenzaba a contarle cosas que para ella, resultaban realmente importantes y emocionantes. A pesar de todo la madre a sentía y sonreía con las historias de la pequeña. Mientras tanto Adrián se sentó en una de las sillas cercanas, sacó su movil y buscó un chat en concreto, quedaría en un parque cercano el un par de horas.
Estaba guardando el móvil cuando Ana entró en la habitación llamando a Ángela para que saliera un momento. Fue en ese instante en el que Adrián y su madre quedaron solos en la habitación. Su madre, Sara, abrió sus brazos esperando ese afecto que no se habían demostrado en mucho tiempo. Pero a pesar de lo enfadado y frustrado que se había encontrado al ver que volvía a esconder le cosas, al verla asi, en ese estado, se acercó y la abrazó.

A los momentos se separaron, su madre le dirigió una mirada triste y sin decir nada antes añadió,
-Adrián,... Antes de que me preguntes porque no te dije nada, lo siento, tienes razón, ya tienes 15 años, y tienes derecho a que te cuente lo que pasa y ha pasado- hizo una pausa pensando muy bien lo que iba a decirle a su hijo mayor.
Adrián quiso añadir algo pero de su boca solo pudo sacar una especie de sonido de asentimiento. Su madre tras esos instantes continuó,
- Llevas mucho tiempo queriendo saber la historia de tu padre, yo, yo siempre te lo oculté por miedo a tu reacción, y a como lo judgarías. Te quiero y tu padre también lo hacía, no lo dudes nunca, así que, ¿esto es lo que quieres no?-

Al ver la reacción de su madre y el tono de voz que había utilizando no vio tan clara su decisión, dudo por unos instantes, pero finalmente asintió con la cabeza mirándola fijamente a los ojos, dándole a entender que podía comenzar a contárselo.
Ella comenzo a relatarle la historia con un intento de voz calmada, aunque en ella se podía distinguir un atisbo de nerviosismo. Iba realizando pausas de vez en cuando, ya que era la primera vez que se lo contaba a alguien...

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