ᴅᴏꜱ: ᴅíꜱᴇʟᴏ ᴀ ʟᴀ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ

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ʟᴀᴜʀᴀ
- ¿Falta mucho?

- Sam, lo mismo que antes. Me lo has preguntado hace dos minutos.

Al ser quince, nos habíamos dividido en tres coches, Sam, Hugo, Flavio, Eva y yo estando en uno. Anaju y yo habíamos decidido no enseñarle la casa a los demás para que la sorpresa fuese mejor. Tan solo sabían que estaba en Madrid y que era muy grande.

En el coche en que yo iba conducía Hugo, ya que no me habían dejado a mi porque 'era la más pequeña' aunque Hugo tampoco era el más indicado, varias veces habíamos temido por nuestras vidas.

Nos habíamos pasado todo el camino cantando canciones aunque entre canción y canción, Sam no desperdiciada la oportunidad de preguntar cuánto faltaba.

- Es que si nos hubieseis enseñado las fotos de la casa pues iría menos nerviosa. - dijo la rubia mientras Flavio y Eva cantaban Hey Baby, la canción que estaba sonando ahora mismo.

- Ya nos lo agradecerás. ¡Hugo no es por ahí, era por la derecha! ¡Mira el Google Maps! - grite estresada. Al rubio no se le podía dejar sin guía ni un solo segundo porque se perdía. -

- ¡Pero si lo tienes tú!

- Ah, es verdad. Bueno pues no era por ahí. - dije dándole golpes al móvil, en donde me salía que estaba 'Buscando ruta' .

- Me ha salido tontita la niña. - se ría el rubio, mirándome en vez de la carretera.-

- Pero me quieres aún siendo tontita.

- Bueno, a veces. Hay días en los que te quiero llevar al mercado para venderte.

Mi relación con Hugo era así. Nos gustaba picarnos mutuamente pero los dos sabíamos que era de broma. Llevábamos saliendo cuatro meses y la verdad es que nadie se esperaba que fuésemos a salir.

En el instituto nos llevábamos fatal, a él le gustaba meterse conmigo y yo lo odiaba a muerte, pero como estaba en el club de música y era parte del grupo pues lo tenía que ver todos los días.

Sin embargo, cuando acabamos la universidad, Hugo y yo fuimos los primeros en volver a Campoazul por lo que al no tener a nadie más con quien quedar, quedabamos juntos. Nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común y otras muchas que podíamos aprender del otro.

- ¿Podéis dejar de ligar y mirar a la carretera para no perdernos más? Gracias. - Sam nos gritó desde el final del coche. Habíamos usado este coche para meter la mayor parte del equipaje que llevábamos porque era el más grande y a Sam la habíamos dejado en la última fila de asientos rodeada de maletas.-

- Mi barco zarpó hace unos meses y va por buen camino, no me lo estropees Sam. - se quejó Eva, que le encantaba juntar a la gente y ponerles nombres de pareja raros.-

- Sam, puedes ligar con las maletas, seguro que os lleváis genial. - me reí de ella haciendo que me mirase mal.-

- No gracias, yo ya tengo novio. - dijo la rubia mirando a Flavio que seguía muy ocupado cantando.-

- Tu novio está muy ocupado cantando seguro que ni se entera. - me giré para ver a Sam y la encontré aplastada entre todas las maletas haciéndome reír.-

- ¡Oye! - Flavio gritó indignado para luego seguir cantando.-

- La guía que me he buscado es un poco mala. Se pone ha hablar y luego me dice que me pierdo. - se quejó Hugo intentando decidir entre dos carreteras diferentes.-

- Voy voy, no te quejes que eso de conducir no es tu especialidad.

Después de varias equivocaciones y muchas canciones conseguimos llegar a la casa. Aparcamos los coches en la calle de enfrente y    sacamos a Sam de entre las maletas con ayuda de todos. Al ver la casa, nuestros amigos se quedaron quietos observándola sorprendidos.

Sirenas | Ot 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora