ꜱᴇɪꜱ : ᴀʟɢᴜɴᴏꜱ ꜱᴜᴇñᴏꜱ ꜱᴇ ʜᴀᴄᴇɴ ʀᴇᴀʟɪᴅᴀᴅ

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ᴀɴᴀᴊᴜ
- ¡Nía, que no voy a ir!

- Y tanto que vas a ir. Te vas a presentar a esa entrevista, vas a dejar a quien te haga la entrevista encantado y vas a conseguir el trabajo. - Nía me dijo, arrastrándome hacia el coche. - ¡Ahora, métete en el coche!

Nía, por mucho que la quisiera, podía ser demasiado terca. Si se le metía algo en la cabeza, era imposible decirle que no y ahora mismo estaba enfrascada en la idea de que tenía que ir a esa entrevista. En un futuro, si me cogían, seguro que se lo agradecía pero ahora mismo lo único que quería hacer era tirarle un zapato a la cabeza.

- Que sepas que solo voy para que te calles y dejes de molestarme. - le dije, cruzándome de brazos mientras que esperaba a que arrancará el coche.-

- Cuando te hagas famosa por artículos en la revista que siempre te ha fascinado ya me agradecerás. - sentenció segura, pero al segundo soltó un suspiro y su mirada se suavizó.- ¿Cuántas veces nos has contado lo mucho que te encantaría trabajar para la revista LASHA?

- Muchas. - murmuré, sabiendo que tenía razón.-

- ¿Y las veces que te quejabas de cualquier cosa falsa o mal escrita que publicaban? - al ver que está vez no iba a contestar, siguió con su discurso.- Solo lo hago por tu bien. Tienes una oportunidad, no la desaproveches.

La revista LASHA era una de las más conocidas del país. Tenía apartados en casi todo, desde deportes a moda o música, que para ser sinceros siempre era lo que más me interesaba. La directora, Natalia Jiménez, sin duda había hecho un buen trabajo aunque se rumoreaba que era un poco antipática.

De pequeña, siempre que me preguntaban, decía que yo quería trabajar para esa revista, lo tenía clarísimo. Sin embargo, conforme me iba haciendo mayor, cada vez me daba cuenta de lo difícil que eso iba a ser hasta que decidí dejarlo de lado como un sueño que nunca se iba a cumplir. Por eso, cuando vi la oferta de trabajo decidí no ir. Tenía miedo a no ser lo suficientemente buena para que me cogiesen y convertir un sueño en una decepción.

- Gracias, de verdad, te debo una. - le sonreí.-

- No lo menciones.

Al llegar, me quedé admirando el edificio de la empresa. Tendría por lo menos catorce pisos y estaba construido mayoritariamente por cristal. El nombre de la revista adornaba el espacio superior a la puerta de entrada, escrito en letras grandes y elegantes. La zona en la que me encontraba era de las más ricas y se notaba, pero aún así el edificio que tenía enfrente destacaba por su belleza.

Nía se quedó aparcando, ya que no habíamos encontrado donde dejar el coche, mientras yo me dirigí a recepción, donde varias personas trabajaban en ordenadores. La única persona que parecía no estar ocupada era una chica que se encontraba hablando por teléfono. Me hizo una señal para que esperara y en cuento colgó, me miró expectante.

- Buenos días, vengo por la oferta de trabajo que aparece en su página web. - le expliqué amablemente.-

- ¿Nombre?

- Ana Julieta Calavia.

Tecleó unas cuantas cosas en su ordenador, que supuse que era mi nombre, y se levantó señalando para que la siguiese. Se le veía aburrida por el trabajo que estaba haciendo y por la camisa reveladora que llevaba se notaba que prefería estar en otro lugar. Me condujo por varias pasillos hasta llegar a un recibidor con varios ascensores. Subimos hasta el último piso, que era el decimosexto y no el decimocuarto como yo había supuesto, y llamó a una puerta.

- Adelante. - se oyó desde el otro lado de la puerta. -

No sabía muy bien que hacer por lo que me giré a mirar a la chica que me había acompañado aquí. La cara de aburrida que había llevado todo el tiempo que había estado con ella se había ido y ahora miraba detrás mía con una sonrisa seductora. Al girarme, vi a un hombre, que tendría unos cuantos años más que yo, venir con paso rápido hacia nosotras.

Sirenas | Ot 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora