Capítulo 4-Caer en tentación.

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¿Alguna vez creyeron tenerlo todo? Ese poder que te da la libertad de hacer y deshacer todo lo que se te presente en el camino, creer que vives en paz contigo mismo cuando se está completamente equivocado, poder tener a cualquier mujer sabiendo que no te hara sentir vivo, no como lo hacía Inés, era como un balde de agua fría que caía sobre el, trayendolo de golpe a la realidad, darse cuenta de que esa parte que vivía vacía solo ella podía llenarla, era como regresar a casa, poder tocar su piel no se le comparaba con nada, su complemento era ella, siempre fue ella.

El beso se intensificaba dando rienda suelta a la pasión, eran años sin estar juntos, sin poder acariciarse y mucho menos sentirse piel contra piel, Victoriano la apretó contra él, era excitante la manera en que los senos de Inés hacían presión con su pecho, le encantaba, lo volvía loco, quería devorar esa pequeña parte de su cuerpo que tanto deseaba, eran unos de sus puntos débiles, por las noches fantaseaba con tenerlos en entre sus labios saboreandolos, quitándole la respiración a Inés sabía que la volvía loca, recorrió toda su espalda sin dejar de besarla, la respiración se aceleraba al igual que la temperatura de sus cuerpos, Inés se aferraba a él, dejando escapar uno que otro suspiro de placer, había olvidado lo que era sentirse deseada, acariciada con pasión, sus senos estaban erectos y Victoriano lo sabía, era algo que no podía ocultar, pegaron sus frentes buscando un poco de aire, tratando de recuperar un poco de aliento, se miraban fijamente a los ojos, buscando en las profundidades sus respectivos secretos, porque aunque Inés callara sus ojos la delataban.

-Me encanta tú olor...-Le confesó con esa voz que le alborotaba los sentidos, comenzaba a dar pequeños besitos por todo su cuello, ella se permitió cerrar los ojos y sentir ya nada más le importaba.-muero por hacerte el amor Inés.-Susurró muy cerca de su oído.

Que se suponía que debía hacer, lo amaba, amaba a ese hombre, lo tenía tatuado en la piel. Sentía la necesidad de entregarse por completo sin culpas ni ataduras del pasado, era muy débil cuando de él se trataba.

-No me hagas esto...-Le suplicó derrotada, ella también deseaba que le hiciera el amor.

Llevaba años en completa abstinencia y todo, porque ningún hombre lograba moverle el piso, no de la manera en lo que hacía Victoriano, ¿Cómo se suponía que batallaria contra sus sentimientos después de haber probado la gloria?.

Victoriano la beso en la boca por algunos segundos, sus manos comenzaban a colarse bajo la blusa de Inés, siempre vestía de manera recatada, su cuerpo era un misterio nunca mostraba de más, no le molestaba muy al contrario le llamaba mucho más la atención, le hacía querer descubrir que se ocultaba bajo esas prendas.

Para él era las mujer más atractiva que vivía en su corazón, ella era el claro ejemplo de que no se necesitaba mostrar demás para llamar su completa atención.

-Olvidate de todo...-Le pidió acariciándo los senos bajo el encaje de los cubría, ella cerraba los ojos mientras jadeaba, entre abría los labios de una manera muy sensual ante los ojos de Victoriano, lo encendía.-solo siente.

La arrinconó contra el escritorio y comenzó a quitar los botones de la blusa de Inés, necesitaba sentir la suavidad de su piel contra sus labios, la protuberancia no se hizo esperar en sus pantalones e Inés pudo sentirlo entre sus piernas, se restregaba con descaro arrancando de su garganta unos cuantos gemidos, él termino de abrir su blusa y ella por fin lo miró, se sentía expuesta, su cuerpo ya no era el mismo de antes, tenía unos cuantos años encima y le daba pudor, nadie habla vuelvo a verla desnuda así que sin poder evitarlo se sonrojo.

Él admiro por algunos segundos toda su belleza, era mejor de lo que esperaba, Inés lograba ponerse más hermosa cada año que pasaba, siempre lo había pensando en silencio y ahora lo rectificaba, esa mujer era una diosa, ella bajo la mirada pudorosa y él no pudo evitar sonreír, algunas cosas seguían siendo igual que antes, como cunado le había hecho el amor por primera vez.

Acarició la piel desnuda y toda ella se erizo, los senos se notaban bajo el encaje, invitando a ser liberados. Su boca estaba seca deseando probar de todo aquello que Inés le ofrecía.

La tomó de los hombros y comenzó a besar el valle de sus senos, Inés lo tomaba del cabello con firmeza, entregada a la lujuria del momento, dispuesta a sucumbir a los brazos de Victorino, porque lo deseaba y quería que pasara, esta vez no era una fantasía.

-Victoriano...ahh-Jadeó arqueadose contra él, tomaba uno de sus pezones en su boca, parecía querer devorarla, era una sensación descontroladora, hacía tanto que no se sentía de esa manera.

Él apretujo su piel extasiado con su sabor, era exquisita mejor de lo que había imaginado, la beso nuevamente en la boca tratando de callar los gemidos de Inés, estaban en el despacho cualquier persona podría escucharlos y acabar con tan anelado momento. Lanzó la blusa al piso y bajo con besos Candentes por todo su cuello, dejando un camino de besos mojados. Bajo las manos hasta sus piernas y comenzó a subir, quemando todo a su paso. Tomó el otro seno entre sus labios y lo succionó con fuerza escuchándola gemir acalorada, estaba completamente arqueada, el pudor se había hido.

Cuando estaba por subir peligrosamente hasta su entrepierna pero el sonido de la puerta los saco del trance en el que estaban, Inés rápidamente se alejó de él.

-¿Papá?.-Le llamaba Diana.-¿Estás ahí?.-Se pegaba a la puerta.-Ya es tarde, recuerda que tenemos junta hoy y no podemos faltar.-Pero nadie respondía.-¿Papá?.

Victoriano se pasaba las manos por el cabello tratando de calmarse, recogió la blusa de Inés del piso y se la paso para que se cubriera, no pudo evitar mirar demás, esa mujer le encantaba lo hipnotizaba. ¿Cómo se suponía que ocultaria la gran frustración que se quejaba en sus pantalones? Maldecia en silencio.

Inés lo miraba nerviosa, que se suponía que harían. Los dos se encontraban en una situación bastante comprometedora antes los ojos de cualquiera, le asuataba, se reprochaba el haber sucumbido a la tentación.

-Maldita sea.-Masculló molesto.









<<El fuego es peligroso si no aprendes a controlarlo.>>
















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