Capitulo 11-Contratiempos.

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Constanza la miraba fijamente, tratando de decifrar que pasaba con la mente de Inés, estaba estática sin saber cómo reaccionar.

—Conni.—El corazón se le quería salir del pecho.—No se de qué me estás hablando...

La joven parpadeo varias veces mientras se cruzaba de brazos, estaba nerviosa la voz le temblaba y todo el color de su rostro se había desaparecido, miró a su alrededor y se detuvo en el escritorio, donde yacían un par de carpetas desordenadas, cosa que llamo su atención. Inés tragó en seco al darse cuenta de todo lo que podría estar imaginando su niña más pequeña, las alarmas se disparaban en su cabeza.

—Como no me dí cuenta antes...—Movia las manos nerviosamente sin dejar de detallar el escritorio.—eres la amante de papá ¿Desde cuándo? ¿Porque? Dios esto no puedo ser posible.—Caminaba por todo el lugar exasperada.— ¡Fuck!

Inés se puso roja de la vergüenza, de verse descubierta por una de las personitas que más amaba ¿Que debía responder? Estaba completamente en blanco.

—Constanza, las cosas no son así como tú te las estarás imaginando.—La voz le temblaba a causa de los nervios.—Mi niña...

—¡No! Nana a mí no vengas con estás cosas eh, porque ya no soy una niña, no soy ninguna estúpida.—Se restregaba la cara con frustración, respiró hondo un par de veces tratando de tranquilizarse y la miró de forma acusadora.—dime algo, ¿Dónde estabas anoche nana? Y quiero que me digas la verdad.

Inés bajó la mirada hasta sus manos, las detalló entrelazadas cuestionandose un millón de cosas, no tendría porque estar pasando por todo aquello, si tan solo...

—Estaba en mi habitación.—Mintio.—como todas las noches.

La joven negó con la cabeza dejando caer las brazos fuertemente.

—¿Lo vez?.—La señalaba.—me estás mintiendo, ¿Pero sabes que? Yo si se donde estabas anoche.—Se detuvo un momento.—y con quién.—quiso añadir que también sabía que estaba haciendo pero prefirió reservarselo.

Se le hacía un nudo en la garganta, las culpas regresaban, ella más que nadie sabía que estaba mal, que no había Sido la manera correcta de hacer las cosas, pero ya no había vuelta atrás, ahora tendría que asumir las consecuencias de todos sus actos.

—Constanza, quiero que me escuches.—Dio un par de pasos hasta ella un tanto temblorosa.—las cosas no son como tú te las estarás imaginando. Yo no soy la amante de tu padre.

Constanza elevó la barbilla esperando una explicación.

—¿No? Entonces como me explicas que estén juntos, ¿Cómo se le llama a eso? ¿Trabajo con derechos? O apoyo físico emocional.—Las mejillas de Inés se enrojecian.—por cierto, tienes un botón abierto.—Menciono señalando con la mirada la blusa.

Inés se miró rápidamente y efectivamente, se le había pasado un botón, quiso morirse en ese preciso momento, que se abriera una gran brecha bajo sus pies y que la tierra se la tragase, no podía creer que le estuviese pasando a ella, durante toda su vida había Sido una mujer culta, llena de valores quién imponía el ejemplo ¿Pero ahora? Cómo le explicaba a una de sus niñas que se estaba acostando con su padre por...¿Amor?. «El maldito amor.»

—Hija...todo tiene una explicación.—Se alizó un poco la blusa y se sentó en el sofá un tanto abrumada, se pasó las manos por la cara evitando mirarla.—es más complicado de lo que tú te imaginas...tu papá y yo...no somos amantes.—bajó la mirada ofuscada.—yo amo a tu padre, esa es la única verdad que existe.

El corazón de Constanza latía muy fuerte, tanto que temió que fuese a salirsele del pecho, apoyó las manos sobre el escritorio pero al recordar que seguramente muchas cosas había pasado sobre el se alejó bruscamente.

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