-Inés.-Le llamó, cuando la vio cerrar la puerta del despacho tras de sí.-porque te tardaste tanto.-Firmaba unos documentos sobre el escritorio.
Ella suspiró tratando de permanecer tranquila, ya comenzaba a sentirse incómoda y un tanto nerviosa. No era la primera vez que estaba a solas con él, por tantos años habían compartido tantos momentos juntos en ese lugar, pero como empleada y patrón, ahora las cosas eran completamente diferentes, desde esa noche nada sería igual.
-Estaba en la cocina Victoriano, yo también tengo cosas que hacer.-Se justificó dejando un espacio considerable entre los dos.
Él levantó la mirada y se cruzó con la de ella, otra vez esa sensación que embargaba su pecho, no sabía cómo describirla pero que sin dudas lo causaba ella.
-¿Me tienes miedo?.-Preguntó un tanto incrédulo, Inés parecía escudarse tras la silla en la que siempre se sentaba.
-Por favor Victoriano no seas absurdo.-Decia con seriedad, solo quería que terminara pronto, apretujaba el espaldal de la silla ansiosa.-que necesitas de mí.
Él se dejó caer sobre la silla deseando gritarle que todo, que necesitaba que le sanara esas heridas que justamente ella misma le había causado.
-Lo primero, es que no vendré a comer.-Se levantaba de la silla sin quitarle la mirada de encima, una que la estaba quemando.-tampoco creo que llegue a cenar.
-¿Porque?.-Trataba de entender porque tanta ausencia, aunque tratara de ocultarlo si le efectaba no verlo, sentirlo tan ajeno a ella.-trabajas mucho Victorino, ya casi que ni quieres venir a comer.
Él sonrió levemente y se plantó frente a ella, observando la preocupación en su mirada.
-¿Te preocupa que no venga a comer?.-Se atrevió y le acarició la mejilla, ella no se negó muy al contrario se apoyó en sus suaves caricias.-¿Que no puedas verme como antes?.-Inés cerró los ojos contrariada, luchando contra ella misma.
-Me preocupa tú salud Victoriano, ya casi no pasas tiempo con tus hijas y ellas te necesitan.-Dijo mirándolo fijamente a los ojos, el corazón se le aceleraba.
-También te tienen a ti Inés, te quieren como a una madre.-Pensó en lo que acaba de decir y se alejó un poco de ella, como si hubiese recordado algo de golpe.-¿Sabes?.-La señalaba con amargura.-Tú pudiste ser la madre de mis hijas, la mujer que ahora mismo sería mi esposa, y ya vez, aquí estamos los dos, cada uno en un camino completamente diferente, solo nos une el pasado.
Él corazón de Inés se apretujo sin poder evitarlo, era un pesar con el que vivía, le quemaba en el alma.
-La vida no es justa.-Dijo sin ninguna emoción en el rostro, aunque por dentro le estuviese doliendo.-Núnca estuvimos destinados a ser.
Victoriano se pasó las manos por el rostro con frustración, esa mujer lo alteraba.
-Inés, no digas estupideces, los dos sabemos perfectamente lo que pasó.-Solto con frialdad.-tú no me amabas, ya basta de tantas mentiras.-Elevaba la voz.-Te fuiste con otro desgraciado, el mismo día de nuestra maldita boda.-Le recordó con dolor, esa puntadita desagradable le recorría el pecho.-Asi que no me vengas con que la vida no es justa.-se acercó a ella nuevamente y la tomó de los hombros.-porque tú fuiste la injusta, solo jugaste con el maldito amor que yo sentía por tí.-La acusó.
Inés quiso alejarse pero él se lo impidió, está vez no saldría huyendo como tantas veces atrás, no se lo permitiría.
-Yo no jugué con tus sentimientos yo sí te amaba.-Dijo con la voz temblorosa, odiaba sentirse tan vulnerable cuando tocaban ese tema.-Sueltame, me quiero ir.-Dijo con seriedad en la voz.
-No, ahora mismo quiero escuchar la verdad de tus labios.-Respiro hondo tratando de no lastimarla.-Ya me cansé de esperar por tantos años, ya es hora Inés, con un demonio ¿No lo entiendes?.-Le apretujaba los hombros sin ser brusco.-por más que intente no logro olvidarte, este maldito amor viviría conmigo hasta que me muera.-Cerro los ojos con un nudo en la garganta.-No sabes cuántas veces intenté odiarte, arrancarte de mi pecho, de ya no pensar en ti por las noches, pero no puedo Inés, no puedo.-dijo en un hilo de voz, sacando a relucir sus sentimientos una vez más.
Inés tenía los sentimientos a flor de piel, solo quería llorar, gritarle el sufrimiento que llevaba dentro, lo había lastimado, Victoriano solo era un hombre herido que no había logrado recuperarse de semejante caída, porque sí, ella lo dejó caer en el momento en el que más la necesitaba, sin embargo, ella también tenía sus razones, sus vivencias, ella también sufrió y lo seguía haciendo en silencio.
-Victoriano.-La voz se le cortaba a causa del llanto que quería salir.-Por favor no me hagas esto, no puedo y no quiero hacerlo, yo no jugué contigo, yo de verdad te amaba.-Contuvo la respiración por un momento, se estaba impregnando de todo su aroma, ese que la hacia suspirar.-como tú no tienes una idea y aunque no me creas, todo lo que hice lo hice por ti.-Confesó pérdida en esa mirada triste, odiandose a si misma por no haberse permitido buscar alguna solución cuando la tuvo, por no haber hablado a tiempo.-perdoname.-logro decir dejando caer una gotita de sufrimiento.
-Inés, no se porque te niegas a decirme la verdad.-Inquirio tratando de entenderla.-¿Te hizo feliz?.-Cuestionó con temor a la respuesta, ella palideció tratando de alejarse de él nuevamente.
-Quiero irme, no quiero hacer esto.-No estaba preparada para hablar, aún dolía mucho, y tener que decirle...sinceramente no estaba en sus planes, lo iba a destrozar más de lo que ya lo había hecho.-dejame ir.-Le suplicó con la mirada completamente nublaba.
Victoriano describió un sin fin de sentimientos en ella y le angustiaban, algo verdaderamente fuerte ocultaba su morenita y él necesitaba descubrirlo, algo le decía que tenía que ver con ellos, con todo lo que había pasado entre los dos.
-Solo dime una cosa Inés.-La acercó a él tomando sus rostro entre sus manos, sintiendo el rastro mojado que dejaban sus lágrimas al caer.-¿Me amas? ¿Realmente me amaste?.-Quiso saber, era una de las cosas que tanto lo atormentaban.
Ella se sorvió la nariz debatiendose entre decir la verdad o no, aunque ya estaba cansada de guardarse tantos sentimientos, de intentar esconderlos.
-Creo que lo mejor es dejar el pasado atrás, hasta ayer estábamos bien ¿Que paso?.-Dijo evasiva, sin saber cómo es que había llegado a eso.
Él sonrió sin ganas y se acercó a sus labios, primero los rozó sintiendo el dulce aliento de Inés, invitando a que la mezclara contra la suya.
-No te vas a librar de mí Inés, hagas lo que hagas, esto no lo puedes fingir.
Tomó sus labios en un beso, primero sintiendo su sabor, probando con suavidad su calidad boca, ella dudó un momento corresponder, pero solo por un momento porque rápidamente el beso los envolvió a ambos en un apasionado beso, de esos que le hacían temblar todo el cuerpo, él tenía razón, en eso no lo podría fingir.
<<El amor es un secreto que los ojos no saben guardar.>>
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El Hubiera 💜
Storie d'amoreEl corazón siempre te recuerda, lo que alguna vez olvidaste.