Se acercó corriendo hasta el centro de la cancha, parándose unos cuántos metros alejado de la pelota, preparado para patear. Amaba educación física y eso no era un secreto, era su materia con la nota más alta hasta el momento.
Y como era de esperarse, su equipo ganó gracias a su último gol.
Sonrió ante los halagos de sus compañeros y la clase acabó.
Fue por sus cosas y caminó hasta la salida, no le importaba estar bañado en sudor y mucho menos estar lleno de tierra, quería llegar a casa lo antes posible.
-¡¡Chūya!!- escucho el grito inconfundible del castaño que se acercaba trotando hasta donde él estaba. Una vez llegará a su lado, de la forma más exagerada posible-al menos para Chūya- comenzó a respirar de forma agitada, llevando su mano izquierda a su pecho-. E-espera...un momento...
-Claro...tómate tu tiempo.- se sentó un momento en la banca que estaba a su lado, viendo de reojo al castaño. No era un secreto que Dazai se llevaba muy mal con el ejercicio y era demasiado obvio, su condición física daba asco.
-Y-ya...-se reincorporó y le hizo una seña para comenzar a caminar. Chūya debió quedarse en la clase de educación física y como él tenía un nuevo yeso en su brazo derecho, se quedó con sus hermanos en uno de los salones mientras discutían algunas cosas del consejo estudiantil-. Lo siento. Ranpo y Akiko vendrán más tarde, y creo que hoy tenemos la casa sola.
Chūya simplemente asintió, evitando conversar con él, no porque fuera mala compañía aunque no estaba de más decir que si lo era. Más bien, prefería evitar cruzar muchas palabras para luego, tener que discutir. Así que sería mejor guardar silencio e ignorarlo.
El camino fue silencioso, demasiado para estar Dazai Osamu y Nakahara Chūya caminando en la misma acera, pero estaba bien, no todos los días convivían en completo silencio.
-¿Que quieres comer?-le pregunto Chūya, quitándose los zapatos, esperando una respuesta rápida por parte de Dazai y así poder ir rápido a cocinar, se estaba muriendo de hambre.
-Cualquier cosa estaría bien pero primero ve a ducharte, apestas.- se tapo la nariz, alejándose un poco.
-¿Ah? Si claro, lo haré después de comer, pero si tú no fueras tan inútil podrías haber preparado algo mientras yo me bañaba. En fin, bajo en diez minutos.- subió las escaleras hacia el baño, y si, Dazai tenía razón; estaba apestando.
Fue una ducha rápida, ni siquiera se vio obligado a lavarse el cabello, lo había hecho la noche anterior y el baño era para limpiar el sudor. Atado una toalla en su cintura y tomo otra para poner sobre su cabeza, evitando que su cabello vaya a gotear y mojar todo.
Escucho un «apresurate» por parte de Dazai y rodó los ojos, entrando a su habitación. Se acercó al armario y saco lo primero que encontró, dejando la ropa sobre la cama, primero seco su cabello con la misma toalla que ahora estaba casi empapada. Luego seco su cuerpo y se puso la ropa interior, quería tardar lo más posible para cabrear a Dazai pero él también se estaba muriendo de hambre.
Termino de cambiarse y salió de la habitación, bajando las escaleras lo más rápido posible.
-Mira, no quería dejarte todo el trabajo a ti solo, así que me tomé la molestia de prender la estufa.
Chūya se contuvo lo más posible para no golpear a su hermanastro y se acercó a él. Lo corrió con la mirada y abrió el refrigerador, algo debía de haber para hacer algo ligero.
-No hay nada-le aviso, cerrando el refrigerados-. Voy a pedir una pizza.
Dazai suspiro y apagó la estufa, yendo detrás del pelirrojo para ir hasta la sala, una nueva pelea por el control empezaría en segundos.

ESTÁS LEYENDO
Indebido.
SonstigesA veces la tentación puede mucho más que uno mismo y a veces, terminas cometiendo errores de los que algún día podrías arrepentirte, pero ellos no se sintieron así. Se sintieron bien al saber que corrían el riesgo de ser descubiertos. Mori Ougai ti...