DÍA 30: EN FAMILIA.

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Raúl, o mejor conocido por Auron en el pueblo de Karmaland era un omega que se encontraba sumamente nervioso mientras tomaba un par de chocolates de su refrigerador para irse a echar a su nido, que estaba instalado por el momento en su sala de estar ya que esperaba la llegada de su esposo, Rubén, Rubius el cura del pueblo.

El noruego se encontraba fuera por unos encargos de la iglesia como de su empresa, Rubius Corp., que el omega tenía que esperarle solo y angustiado, le había encargado algo en especial a Rubius que era la razón para estar de esa manera.

En su ultimo celo, no había podido tomar sus supresores después que el calor golpeara a ambos, hasta día después de haber estado casi inconsciente por un par de días, todo debido a que su celo y el Rubius se habían sincronizado aquella vez, y el celo del Alfa era mucho más intenso y diferente que el de los Omegas, que Auron simplemente durmió casi dos días enteros después de todo el coito que estuvo manteniendo con Rubius.

Temía estar en cinta, no es que no quisiera un cachorro junto a su osito, pero no sabía si era el momento correcto para dicho embarazo, él seguía siendo el alcalde de Karmaland y ceder su puesto por maternidad le parecía algo ridículo aunque estaría dejando el gobierno en las confiables manos de Lolito, su mejor amigo, aun así Auron no quería ceder su poder por un par de meses, le gustaba su trabajo principal y poder ayudar a los ciudadanos de Karmaland, que estando en casa solo reposando y siendo cuidado, se sentiría un inútil por completo.

Esperaba estar equivocándose, y que su celo solo hubiera decidido retrasarse un par de días más, pero hasta él podía notar que su olor a miel era mucho más dulce que lo usual, lo mismo había pasado con Mónica en su embarazo, pasaba lo mismo con Vegetta, que él solo estaba cayendo en la paranoia de notar tantas similitudes, que llevo una mano sin quererlo a su vientre aun, un tanto plano para acariciarlo por encima de su camisa antes de gruñir frustrado antes de dejarse caer sobre su nido.

Quería que Rubius se apurara rápido y llegara con aquella prueba de embarazo, para poder seguir creyendo firmemente en que solo era un juego pesado por parte de su cuerpo, aunque claramente las evidencias estaban presentes y él solo quería ignorarlas.

. – Mi señor. – Se anuncio Rubios por la puerta principal, camino de prisa donde el aroma de Auron se sentía más concentrado, encontrándose con la tierna escena de su esposo con un de sus sudaderas, su elmo y comiendo chocolates a más no poder, aunque tuviera sus mejillas algo sucias de aquel dulce marrón. – Traje lo que pediste. – Aviso mientras mostraba la bolsa blanca que estaba sosteniendo en una mano.

. – Dámela. – Le pidió enseguida el Omega dispuesto a abandonar su comodidad completa en busca de una respuesta a su tormento interno.

. -Eh, eh, antes tu y yo tenemos que hablar. – Fue el pero que Rubius debía de poner en las acciones del contrario mientras se acercaba de manera cautelosa al nido, sin querer importunarlo o asustarlo, no entraría en este hasta tener la autorización del mayor por completo, en este momento no era bueno importunarlo más.

. - ¿Hablar de que gilipollas? – Pregunto Auron rápidamente. - ¡Que si estuviera en celo no estaría como un histérico, estaría aclamando por el pedazo de pinga que te cargas entre las piernas! –

. – Joder, gracias Auron. – Respondió Rubius claramente halagado por el comentario de su pareja, no era el momento para hacer chistes, pero no pudo evitarlo de todo. – Tal vez solo se atrasó, que es muy pronto para pensar que estas en cinta. – Él también estaba asustado, nervioso por el futuro. No es que no quisiera tener un cachorro, pero temía ser un mal padre.

. – Que puedes sentirlo como yo, Rubén. – Murmuro Auron a su pareja mientras le tomaba de la mano. – Que nuestro enlace más claro no puede ser. –

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