DÍA 3: FREDERICK Y J. CARLOS.

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El par de chicos se encontraba terminando de meter las ultimas cajas de mudanzas a su nueva casa. Con un pequeño acuerdo había decidido crearse una nueva, ninguno de los dos estaba contento con la casa de su pareja. Auron creía que la casa flotante era poco segura, todas las jugarretas que sus compañeros le hacían a su osito eran la prueba misma. Y Auron, no quería sufrir atentados con tanta frecuencia.

Mientras que Rubius no se encontraba tan a gusto con la casa de Auron, ya había tenido una así y por más que le encanto el tiempo que estuvo viviendo en esta, había una razón clara por la que la había explotado al final.

Entonces pusieron manos a la obra para crear una casa nueva para ambos, una con un estilo mezclado que saciara las necesidades de ambos, grande para mantener la gran cantidad de mascotas que Auron mantenía y para que no pelearan con las de Rubius, algo más rustico y moderno y con un patio suficientemente grande para que las torretas hicieran el trabajo de proteger la propiedad.

Tanto Rubius y Auron, aun no estaban casados o prometidos, pero los chicos tenían cierta urgencia de mudarse para poder estar a solas como una pareja. Aquella casa flotante fue un regalo para Nieves, mientras que su blanca casa en aquel bosque que siempre permanecía en otoño había sido regalada a la familia de Auron.

. - ¿Esa era la ultima caja? – Pregunto el noruego mientras se limpiaba el sudor de la frente con su antebrazo.

. – Si, que ahora solo falta sacar las cosas y acomodarlas. – Respondió Auron mientras se dejaba caer contra el piso de su vivienda. – Pero que eso es más fácil y menos tardado. –

. - ¿Quieres dejar salir a los niños ahora? – Pregunto Rubius mientras se acercaba a su pareja para acariciar su pelo. – Que conozcan y se acostumbren a la casa y entre ellos mientras acabamos todo. – Opino esperando una respuesta positiva por parte del otro.

. - ¿No deberíamos ir dejándolos en sus cuartos? – Menciono Auron un poco más serio por aquella platica, se sentó en el suelo ahora mientras observaba el rostro de Rubén. No es que no quisiera que sus hijos se juntaran con los de Rubius, pero la manera en que su pareja tenía a sus animales era muy distinta a la suya.

. – Mi señor, que tarde o temprano vas a tener que ir soltándolos poco a poco. – Trato de convencerlo el albino mientras tallaba su espalda para que le hiciera caso.

. – Tío, que eso es lo que piensas tú porque tu cerdo es el tercero, ninguno de mis hijos es el segundo. Desde el momento que llegaron a mí, los he cuidado y protegido con mi vida. – Protesto mientras se cruzabas de brazos a modo de berrinches.

Rubius a protestar, pero no sabia como, Raúl literalmente le lanzo la verdad en la cara que no pudo hacer otra cosa que suspirar antes de volver a levantar la cabeza para verle. – Que por eso hicimos la casa inexpugnable cerdo, que tu te encargaste de eso. – Señalo para que Auron tuviera un poco más de valor para poder soltar a sus hijos. - ¿O es que no confías en tus habilidades de hacer las cosas inexpugnables? –

Aquella ultima pregunta fue la provocación perfecta para darle en el orgullo al psicólogo, se puso de pie enseguida directamente caminando al cofre donde estaban sus hijos para empezar a sacar las redes. – Anda cerdo, saca a los tuyos también. –

. – A tus órdenes. – Respondió Rubius mientras hacía una señal de militar antes de ir donde estaban sus poco animales.

Sacaron uno por uno, con cuidado primero introduciéndolos entre ellos y ver cuales podían estar cerca y cuáles de plano tendrían que mantenerlos alejados, de milagro hasta ahora todo bien entre ellos. Sacaron los hipocampos a la pequeña piscina/estanque que hicieron a las afueras para que estuvieran más a gusto.

MÅNED RUBIUSPLAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora