Cap. 8: "Mi vida en tus manos"

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Los paramédicos luchaban en la ambulancia por estabilizarlo, en el camino al hospital Yibo sufrió dos paros cardíacos. Había perdido mucha sangre, sumándole el disparo que recibió por parte de Bowen, para poder librarse del asesino. No era una opción muy utilizada por los miembros de la fuerza, pero siempre estaba como última alternativa, en caso de rehenes como Yibo, siempre hay que pensar en sacar al rehén de la ecuación. Debido a la posición en la que estaban Bowen apuntó a su hombro izquierdo, derribando así al asesino, junto con Yibo. Inmediatamente después de inmovilizar al sospechoso, llamó por refuerzos y a la ambulancia, tanto para las víctimas como para Yibo, que perdía cada vez más la conciencia.

En el hospital, Jiyang levantaba a Zhan-ge del suelo completamente desvanecido y lo colocaba en la cama.

Lan Zhan, Lan Zhan siempre queriendo que haga cosas que no quiero...

Lan Zhan, no me dejes...

Lan Zhan...

Wei Ying...despierta....

Wei Ying....

- No...no... no me dejes... ¡Lan Zhan!... - negando y llorando con los ojos cerrados.

- Xiao despierta...- sacudiendo a su amigo y dando pequeñas palmadas a su rostro. De a poco, la respiración de Zhan-ge se calma y comienza a despertar.

- Zhan-ge...¿estas bien?... esto ya es serio...

Tocándose la cabeza y después llevando su mano a su pecho, que latía muy rápidamente.

- ¿Qué?...¿qué pasó?...

- ¿No lo recuerdas?...

- No...sólo me duele mucho la cabeza...

- Te encontré arrodillado en el piso, y después te desvaneciste.

No sabía que decirle a su amigo, no sabía que sentir, ni por el sueño que volvió a tener, ni por su desmayo, pero él también se estaba preocupando.

- Te aseguro que estoy bien ahora,...hablaremos luego si...

- Xiao Zhan... esto ya no es un juego...sigues llamando a un tal Lan Zhan...y ahora encima pides que no te deje... dime la verdad te sucedió algo que no quieres contar y que te está atormentando. Somos amigos sabes que puedes contar conmigo.

- Jiyang, lo sé, pero te aseguro que no es lo que crees, ni yo sé lo que es... por favor no insistas...te prometo que te diré cuando sepa que me pasa...Vamos... todavía no terminó el día.

El asesino también iba en otra ambulancia, vivo, pero inconsciente con un disparo en el hombro. Ahora la prioridad era Yibo, luego habría tiempo para que respondiera algunas preguntas, la familia también había sido trasladada. El cuartel estaba revolucionado, Zuchen y Yu Bin acompañaron al Capitan y al Teniente al hospital, todos estaban preocupados por Yibo.

El hospital había sido notificado que llegaban unos casos urgentes, sabían que llegaría un policía y un delincuente herido, era toda información que recibieron. Al entrar los pacientes se encontraron con que no serían casos de rutina. Inmediatamente se llamó a Qiren, quien llamó a Xiao para que lo asista. Una vez que lograron estabilizar a Yibo lo pasaron directamente al quirófano, donde lo esperaban los médicos.

Su cuerpo estaba cubierto de sangre, su rostro apenas se distinguía debajo de la mascarilla de oxígeno, no tenían mucho tiempo. La primera herida que debían atender era la de su estómago, la piel estaba rasgada y era muy profundo, Qiren se asombró de que no hubiera dañado ningún órgano vital, pero la navaja había hecho mucho daño a nivel tejido y vasos sanguíneos. Una vez que lograron parar el sangrado y reparar el daño en su abdomen, pasaron a su hombro. La bala había traspasado hasta golpear al atacante, era una herida limpia, pero aun así debían asegurarse de que no hubiera dañado algún musculo o tendón de manera permanente. Qiren, le dejó esa tarea a Xiao Zhan y en el momento que limpio el área de la herida para empezar a revisar, quedó congelado con el bisturí en una mano y una gasa en la otra. Flashes de la noche hace seis años vinieron a su mente, un torso desnudo y una marca de nacimiento en forma de sol, inmediatamente intentó distinguir el rostro debajo de la mascarilla de oxígeno, entre medio escuchaba a lo lejos - Xiao Zhan....¡Xiao Zhan! - los gritos de Qiren lo volvieron a la realidad, sacudiendo un poco la cabeza, respiró hondo y continuo con su tarea. Removieron todos los restos y limpiaron bien, asegurándose de que no quedaran restos de pólvora, ni ninguna suciedad que llevara a una futura infección. Lo que más había afectado el estado de Yibo, fue la pérdida de sangre.

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