Una joven aventura y magnífica guerrera decidió explorar todo el mundo con el fin de dejar atrás su horrible pasado, solo le quedaba un lugar en todo Poniente por visitar, El Muro.
Aprovechando que la Guardia de la Noche estaba buscando reclutas par...
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Tyrion observaba con una cerveza en la mano desde la puerta del comedor central como Jon luchaba en el patio contra Grenn, mientras que Daena contra Pyp.
De un movimiento rápido Jon le quitó la espada a su contrincante y se la puso en el cuello. Pyp, distraído intentando ver el movimiento rápido y ágil de Jon recibió un golpe fuerte de Daena, que aprovechó su distracción para arrebatarle la espada de las manos y colocar su pie en los del chico, haciendo que de una pequeña patada Pyp cayese abruptamente al suelo, todo esto en cuestión de segundos.
–No estés tan quieto, es más difícil darle a un blanco móvil– aconsejó Jon a Grenn, haciendo que Daena le mirase sorprendida, el le devolvió la mirada.
La morena se giró hacia Pyp, que seguía abatido en el suelo. –Tu te mueves demasiado, estaba a punto de darte mi espada y dejar que hicieses el trabajo por mí–Jon la miró sorprendido–. No te muevas tanto, te cansarás menos y, ¡por dios concéntrate! Te distraes hasta con una mosca– Pyp asintió y se levantó del suelo algo más motivado. Daena se giró nuevamente hacia Jon, quien le dio una sonrisa cómplice.
Tyrion, que seguía observando desde el comedor cerró la puerta de este con una sonrisa en la cara tras ver como los chicos parecían empezar a llevarse mejor, o por lo menos a no querer asesinarse el uno al otro.
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Estaba quieta con los brazos cruzados viendo como Tyrion bajaba las escaleras chirriantes y viejas con algo de dificultad debido a sus piernas pequeñas.
La noche no era muy cerrada, ya que no había nubes y la luna estaba llena, iluminando con su cautivadora luz la fría noche.
Se acercó a él con una sonrisa.
–¿Ya ha meado desde es borde del mundo mi señor?– Dijo mientras hacia una reverencia con gracia una vez colocada frente a él. Tyrion sonrío.
Daena suspiro mirando con tristeza al hombrecito que tenía frente a ella–. ¿Nos despedimos de nuevo, eh?– Pronunció melancólica y con la voz más baja.
