"¿Elegidos o Esclavos?"

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Capítulo 4: ¿Elegidos o Esclavos?

Gabriel estaba follando a Sam. Lo tomó desprevenido durante la mañana, ya que el día anterior quedó muy alterado con la visita de su hermano Dean. Debía borrar toda duda sembrada por ese chico en el corazón de su elegido y por eso, casi no esperó que Sam despertara, sino que se acostó a su lado, y comenzó a juguetear con dulces besos en los labios del otro.

Sam abrió sus labios y esa fue la señal para entrar con su lengua. Una vez que el beso se consumara, entrelazando a ambos y saboreara la humedad de la saliva, Sam suspiraría. Este abriría la boca para profundizar los besos, las caricias, mover sus caderas con lascivia. Su bajo vientre se encendería con una llamarada de deseo, uno nuevo, diferente al anterior en fuerza. Gabriel pudo ponerse encima de él para comenzar a repartir besos en su mejilla, cuello, pecho, pezones. Dedicarse a eso, al entrelazar con su lengua la punta del pezón y de esta forma, conseguir un hermoso quejido de placer de su chico. Siguió un camino brillante de saliva hasta la parte baja de la entrepierna, donde lo tomó con su boca, saboreando al semierecto. Lo chupó con cuidado, impregnando su esencia en toda la longitud, para después deslizarse un poco más al sur y conseguir lo que faltaba en su boca, e introducir su lengua en esa parte muy íntima, sensible para la preparación. Los hermosos sonidos de excitación llegaban a sus oídos, como si fueran un canto e invitaban a no detenerse por ningún motivo. Eso era muy bueno, el chico receptivo estaba bien con lo que le hacía, no aparentaba el rechazo de ningún tipo, sino por el contrario, invitaba a seguir por ese camino de lujuria a cada instante. Gabriel dio una sonrisa de satisfacción y sus alas se alzaron en chispas doradas. La habitación brilló con esplendor divino, uno bastante angelical como debía de ser.

Muy satisfecho con su trabajo, continuó con lo que hacía sin ningún tipo de restricción. No tenía ninguna razón aparente y se alegraba de que la visita de Dean no lo arruinara todo. Arruinar su trabajo, su relación, no se lo perdonaría ni a él, ni a su hermano Castiel. Castiel era el ángel más idiota y terco, pero tenía buen corazón, solo esperaba que ese enorme corazón no lo llevara a su destrucción, y de paso, arruinara lo que tanto le costó para tener a Sam. Sam era su todo, no podía permitir por ningún motivo, que lo lastimaran, primero mataba a Dean, e incluso, a su propio hermano Castiel si eso llegaba a suceder en algún momento.

Con esa resolución sacó sus dedos de donde estaba dilatando, para reemplazarlo con ansias. Entró de un empuje, como varias veces lo hizo desde que trajo a Sam al Cielo. Sam dobló la espalda y echó la cabeza hacia atrás en un grito. Se tensó todo su cuerpo y Gabriel tuvo que esperar unos instantes antes de seguir, fue un instante agonizante, doloroso, pero debía serlo para seguir y alcanzar el placer que tanto necesitaban. La unión debía reforzarse, porque no sabía cuánto de eso fue dañado o si lo fue de alguna forma, aunque parecía no ser así, debía tener el cuidado merecido en cosa tan delicada. Esperó lo que tenía que esperar, es decir, hasta cuando el dolor fue insoportable y luego arremetió su primera estocada. Después de esa estocada, no se detuvo por ningún motivo hasta conseguir un ritmo delicioso para ambos. Esto siguió entre besos y caricias desenfrenadas de un lado para el otro, ya que eran recíprocas. Ambos participaban, dando placer tanto para sí mismo como para su pareja, como si se adoraran. Las plumas caían en cada movimiento, sin que su dueño se diera cuenta de aquello, pero al caer, volaban para convertirse en chispas doradas y otras plumas más bellas las reemplazaban.

—Aaaah, sí, más, por favooor —suplicaba Sam.

Gabriel debía darlo, si su pareja se lo pedía. Así que empujaba profundo donde estuviera ese lugar oculto, que sabía daba el placer requerido para su amante. El calor lo sofocaba a ambos por igual y la sintonía de sus movimientos solo aumentaba las sensaciones, pronto comenzaría a doler, por esto, debía apurarse, no podía perder la oportunidad, si quería sanar el alma de su chico de esa duda que podría hacerse mortal para ambos.

Los Elegidos del Cielo (Destiel-Sabriel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora