"Despertando en el Cielo"

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Capítulo 2: Despertando en el Cielo.

Se sentó en la cama y pudo vislumbrar una habitación bastante bella por sobre la transparencia de las cortinas. Era como si estuviera en una nube esponjosa y tan deliciosa, que quería permanecer ahí, sin moverse, pero la realidad lo llamaba a buscar a su hermano Sam. Se desplazó al borde de la cama y corrió la cortina, así que se levantó de esa cama mullida y comenzó a desperezarse con rapidez, para ver donde estaba realmente. La presencia anterior se hizo fuerte.

—Hola Dean —dijo una voz ronca.

Volteó y vio al ser más hermoso que vio en su vida. Un ángel en todo el sentido de la palabra. Quedó con la boca abierta, sin saber qué decir. Por primera vez, veía las facciones detalladas de estos seres, porque antes solo los vio de lejos y en cuanto de cerca, el brillo de sus auras celestiales cubría los rasgos. Eran tan brillantes todos, que dolía al verlos, pero ahora tan cerca, los rasgos se marcaban de forma bella en su rostro. Este estaba bastante cerca y debía ser su aura, porque estaba impresionante o al menos Dean quedó perplejo.

—¿Quién eres?

La pregunta salió de sus labios sin pensar.

—Castiel.

—¿Eres un ángel?

Casi quiso golpearse la cabeza, por supuesto que era un ángel.

—Sí —respondió el ángel con completa seriedad.

Agradeció, inconscientemente, la seriedad y que no se pusiera a reír como loco por ser un idiota. Lo quedó mirando fijo, con los ojos verdes puestos en los azules.

—Necesito que me ayudes a encontrar a mi hermano. También lo atrapó un ángel —lanzó con desfachatez.

—¿Cómo era ese ángel?

Eso fue rápido. Quedó un tanto sorprendido de que hubiera oportunidad de diálogo al respecto.

—No lo vi muy bien, pero tenía las alas doradas, no blancas o el brillo era dorado.

—¿Doradas? ¡Ah, sí! Ya sé a quién te refieres —dijo con seguridad el ángel.

—Llévame con él.

—Puedo llevarte.

Dean dio unos pasos, tocando el piso con sus pies y comprobó, por la suavidad, de que en realidad eran nubes blancas. Quedó, sorprendido con el descubrimiento, es decir, la confirmación de que era cierto de que estaba en el Cielo, en el hogar de los ángeles y esa habitación, era el hogar del ángel Castiel. Cuando el ángel volteó, indicando que lo siguiera, miró sus alas recogidas en la espalda. Estas eran de colores negro azuladas y brillantes, quedando hipnotizado por su belleza. Así quedó él, como en una especie de trance, ya que no sabía que los ángeles podían tener las alas de ese color, pensó que todos los ángeles las tenían blancas, resplandecientes como la plata. Comenzó a hacer memoria, de dónde sabía que tenían alas blancas. Recordó los libros de Sam que llevaba a casa para estudiar y recordaba haber visto algo ahí. Incluso Sam le contaba de esas cosas con entusiasmo, ya que siempre le gustaron los ángeles, los seres maravillosos, cosas así como los cuentos de hadas o de unicornios con cola de arcoíris. Su hermano era bastante raro para creer tanto en las fantasías.

Con estos pensamientos y recuerdos en su cabeza, siguió al ángel con los ojos en las alas negras. De esta forma, no se dio cuenta cuando llegó al exterior. El cielo azul con el suelo de nubes de algodón. Era tan suave, tan bello todo. Por un instante olvidó a su hermano Sam con todo a su alrededor y se puso a mirar el lugar con infinita curiosidad y admiración.

Caminaron por una especie de pueblo de pequeñas casas hechas de nubes y cristales. La cosa más linda que había visto en su vida. Salió tan rápido de la casa de Castiel y de forma tan distraída, que dudaba si él también tenía una de esas casas, pero le daba la impresión de que era más grande por dentro, aunque no sabía la razón. Varios ángeles con grandes alas recogidas en sus espaldas y vestidos de túnicas blancas como la de Castiel, caminaban por sus calles céntricas. Todos tenían alas blancas, nadie las tenía negras y eso llamó su atención, pues comenzó a buscar un ángel con alas parecidas a las de este otro, pero no lo encontró. Tampoco vio seres como él, es decir humanos o alguien sin alas. A decir verdad, varios los quedaron mirando, como si fuera incorrecto que él estuviera ahí, caminando junto al lado de un ángel.

Los Elegidos del Cielo (Destiel-Sabriel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora