ひきこもり 「Sick!Tododeku AU」

ੈ✩ 一緒に

-¡IZUKU!-

Su pecho sube y baja agitadamente. Tiene la respiración alterada, un poco de sudor en la frente y un nudo en la garganta.

-¿Mm? ¿Pesadillas de nuevo, Shocchan?- Izuku se incorpora con cuidado, llevando sus manos al corto cabello de su novio para darle unas cuantas caricias que calmarán su estado. -Ven aquí, con cuidado-

Todoroki toma respiraciones profundas antes de abrazar la cintura de su pareja con extremo cuidado, apoyando su cabeza en el pecho de su contrario para asegurarse de que todo fue una pesadilla y de que el verdadero Izuku Midoriya está a su lado, adormilado y tan cariñoso como siempre.

-¿Ves? Estoy aquí, no iré a ningún lado, amor- sonríe suavemente, bostezando. -Vamos a seguir durmiendo, tengo muchísimo sueño-
-Sí, lamento haberte despertado- su rostro se inclina hacia arriba, dejando un beso sobre el mentón del pecoso. Luego le ayuda a recostarse a su lado, tomando su mano para sentirlo antes de quedarse dormido nuevamente.

Han pasado tres años desde el día en el que la salud de Izuku se complicó hasta el punto en que los doctores que lo atendieron lo confirmaron como fallecido debido a una neumonía adquirida en el hospital en el que se recuperaba. Todos se llevaron una gran sorpresa cuando una de las paramédicos que se negó a dejar de practicarle reanimación trajo de vuelta al joven. Sí, terminó con una fractura de esternón, pero estaba vivo.

A pesar de ello, Shoto aún tiene pesadillas con ese recuerdo. Estuvo horas tirado en el genkan de su casa, pero le ayudó a reflexionar su situación y a terminar de convencerse para superar su fobia con la intención de por lo menos asistir al funeral de su amado, aunque no fue necesario puesto que, dos días después, recibió una llamada —la cual creyó era de Inko para darle las malas noticias— que le dio una nueva esperanza. Izuku estaba reflejado en la pantalla, con una pequeña sonrisa a pesar del dolor de su operación, luciendo cansado, pero con una salud mejorada.

El semi albino sigue teniendo miedo al exterior, aunque ha disminuido lo suficiente para permitirle dar una vuelta por el barrio en el que viven sin sentir que puede morir en cualquier momento. Llevan viviendo juntos medio año en una casa muy cerca del hospital de Tokyo para estar prevenidos en caso de cualquier emergencia. Esa pequeña y acogedora casa amarilla es algo de lo que están realmente orgullosos, algo por lo que lucharon bastante.

Cuando Shoto cumplió la mayoría de edad, recogió todas sus cosas y abandonó la casa de su padre, no sin antes dejar una clara advertencia a Fuyumi, con evidencia de todas las violaciones proporcionadas por Enji, además de una copia del certificado de la orden de alejamiento que decidió levantar en contra de su progenitor. Al final fue recibido con los brazos abiertos por los Midoriya mientras buscaba un lugar para vivir.

Desde que comenzaron a vivir juntos, Izuku no se ha lastimado puesto que su pareja se preocupa muchísimo de su estado físico y de su salud, tanto que tuvo que aceptar la cirugía para la corrección de su problema cardíaco, la cual fue pagada por el semi albino en su totalidad.

Le gusta despertarse al lado del joven de rizos, ama ver su rostro pálido babeando la almohada y su cabello más alborotado que de costumbre. Ama poder sentirlo junto a él. Saber que no se equivocó y que todo el dolor que sintió fue recompensado con la mejor de las vistas.

Acerca su mano a la mejilla de su novio, deslizando con cuidado uno de sus dedos en la pecosa piel de este, despertándolo de nuevo con su acción. Izuku sonríe, apegándose al cuerpo del semi albino bajo las sábanas, con el sentimiento de felicidad instalado en su pecho y mente. Poco a poco va sintiéndose más despierto, por lo que levanta el rostro exigiendo un beso, recibiendo varios en todo su rostro para finalmente recibir uno más profundo y tierno en sus rosados labios.

-Te amo- murmura Shoto, besándole la frente antes de enterrar su nariz en los rizos de su contrario, embriagándose con ese aroma a shampoo de manzanilla.
-¿Mucho?- inquiere con diversión.
-Muchísimo- la risilla de Midoriya aumenta la calidez en su corazón.

Los traumas de Shoto tardarán en abandonarlo, sufrió abusos desde muy joven por muchos años, pero con la ayuda de su psicólogo y su psiquiatra, y con el apoyo total de su novio, no ve muy lejos el día en que pueda hablar de lo que le ocurrió sin miedo a ser juzgado.

La enfermedad de Izuku no se detendría jamás, pero agradece de todos modos el poder pasar el resto de su vida con un magnífico hombre que hace que su diario vivir sea una maravilla, como un cuento de hadas sin el final feliz, porque ellos aún no quieren ponerle un punto final a su historia.

Se quedan en el colchón, abrazados, agradeciéndole a la vida y al destino por aquella hermosa oportunidad de estar juntos.