Capitulo 2

11 0 0
                                    

Las gotas de lluvia se deslizaban por la ventana de mi habitación con lentitud, el eco que producían los truenos eran demasiado profundos que hacían mi corazón acelerar, era como si el cielo supiera que algo malo estaba sucediendo. Justo como lo fue hace un par de horas.

- Eso es lo más estúpido que he escuchado en toda mi vida, y eso que ha sido demasiadas estupideces las que he hecho – Dije completamente anonada mientras me acercaba a ese tal Andrew.

- Tengo que irme- Volteó a mirarme un segundo antes de ir hacia la puerta

- ¡¿Que?! ¿Estás loco? ¿Me estás viendo la cara de estúpida?, bien, me rindo, saquen las cámaras ya.

- Tengo que resolver esto –

- Claro que sí, me debes respuestas ahora, antes de que llame a la policía...

Esa palabra fue la última que salió de mi boca antes de verlo desprender de un brillo inigualable, como si encendieran 100 veces las luces de un estadio de fútbol. Cada una de sus extremidades desapareció completamente sin dejar ningún rastro de que alguna vez estuvo aquí, y dejándome con miles de preguntas sin responder.

Había sentido una presión en mi pecho dejándome sin aire, me lleve las manos hacia la cara tratando de tomar aire, pero era inútil, no podía respirar. Mi cabeza comenzó a dar vueltas como si estuviera en estado de ebriedad. Mi visión se torno completamente borrosa hasta no poder ver mas allá de la oscuridad.

Las gotas de agua ahora caían sobre mi cuerpo, la diferencia es que esta agua estaba caliente tratando de que me relajara los músculos. Estaba tratando de pensar en ese sueño que pareció tan real. ¿Qué había pasado?...

El reloj de mi teléfono marcaba las 9:00am. La lluvia había parado pero aun seguían las nubes negras cubriendo el cielo. Era sábado lo cual significaba que no tenia que ir a la escuela. Gracias a Dios. No era que no me gustara asistir a clases, de hecho, soy realmente buena con las clases, pero mi único amigo era Duncan y el saber que mañana se iría a Nuevas York era realmente desgarrador para mí, mi único amigo de toda mi vida se iría. Hoy era mi última oportunidad de verlo y despedirme, tenía que aprovecharla.

Tomé mi abrigo, mis llaves, mi teléfono de mi mesita de noche, los puse en un bolso y me dirigí hacia la puerta. Tenía que darme prisa y llegar lo más pronto posible.

La casa de Duncan era demasiado hermosa, antigua. Tenía unas ventanas grandes a los lados de las puertas, un increíble patio y jardín. Una casa de ensueño para una familia. Al parecer pasaba entre generaciones y aún no entendía porque dejar esa tradición atrás. Por todo el jardín se encontraban cajas y algunos muebles que estaban subiendo al camión de mudanza que estaba aparcado en la entrada.

- ¿Qué tal Amery? – Dijo su padre que bajaba del camión. – Duncan está en su habitación guardando sus cosas –

- Gracias, subiré a verlo –

- ¿Duncan? – Dije tocando la puerta de su habitación.

- ¡Pasa! – Gritó.

- Así que, ¿Se irán ya? – Me senté sobre su una caja que estaba ahí.

Su habitación estaba casi vacía, salvo por las cajas con semi vacías y un par de cosas que seguía empacando.

-Sí, papá quiere irse lo más pronto posible. Iba a llamarte-

- ¿Cuándo estuvieras en Nueva York? – Dije indignada.

- Claro que no, solo que mis padres insistieron en empacar lo más pronto posible-

DestelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora