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El lunes, Dolly llegó hacia las cinco de la tarde, lo que nos daba tres horas hasta la cena. Como me pidió, me lavé el pelo antes de que llegase y me hizo una trenza-diadema y con el pelo que sobraba me lo onduló.

Después, me ayudó a ponerme el vestido tan cargado que ella misma había creado. Era precioso, la parte de arriba era de guipur y de color azul cielo, como el que veía todas las mañanas desde mi ventana. La parte de abajo era de una tela azul eléctrico intenso, el cual hacía un contraste fabuloso con la parte superior. Me sentía una auténtica princesa con él, como si estuviese recién sacada de un cuento de hadas.

Los zapatos eran del mismo azul eléctrico, tenían dos tiras que me sujetaban el pie, plataforma y un taconazo impresionante.

Cuando terminó mi vestimenta, me puso un par de joyas y procedió con el maquillaje.

-Vale querida, el maquillaje es algo muy importante.

-¿A qué te refieres Dolly?- le pregunté.

-Bueno, que siendo la primera vez que te vean los reyes y el príncipe, tendrás que tener buen aspecto- me dijo- así que... ¿cómo lo quieres?

-Quiero que sea algo sencillo, pero que destace- le respondí.

Cuando acabamos, un carruaje vino a buscarnos a casa. Estaba aterrada ¿y si les parecía una chica demasiado normal e igual a las otras?

No había comido nada desde ayer, tenía el estómago cerrado, pero en parte me daba cosa que me entrase demasiada hambre en el banquete y empezase a comer como una muerta de hambre.

Cuando llegamos al palacio, las chicas que estábamos y yo, nos quedamos esperando a las otras que faltaban. Cuando por fin estuvimos todas, subimos las escaleras de la entrada al castillo hasta entrar por la puerta, primero nosotras y luego las doncellas.

La reina Penélope nos acogió con una gran sonrisa y nosotras la correspondimos con una reverencia.

Después me fije en que era más guapa que por la tele.

-Buenas tardes chicas de Glasgow, el príncipe Jack y el rey Enzo las esperan en el gran comedor.

Al decir esto, unos guardias abrieron las grandes puertas y empezamos a entrar una a una en el lugar. Cada una se puso delante de la silla en la que estaba su nombre y cuando todas estuvimos posicionadas, hicimos otra reverencia para el rey y el príncipe. Después, cada una se sentó en su silla y las doncellas se quedaron a más o menos, cinco metro de cada una de nosotras por si necesitábamos algo.

-¿No estás nerviosa?- me preguntó la chica que estaba a mi izquierda.

-Al revés, estoy tan nerviosa y emocionada que no creo que pueda ni moverme- le respondí y las dos reímos.

-Encantada, me llamo Betty- dijo tendiéndome la mano.

-Igualmente, Alicia- respondí y le estreché la mano.

-Qué pena que no nos hayan puesto más cerca del príncipe- me dijo.

La verdad es que estábamos bastante lejos y para colmo, Loren estaba sentada a su lado.

-¿Te has dado cuenta de que cada vez que lo miras es más guapo?- le pregunté y ella se quedó embobada mirándolo.

Como no nos traían la comida, me levanté sin aguantar mis ganas de hacer pis.

-Dolly ¿dónde está el baño?- le pregunté, pero me estaba meando tanto que solo pensé en eso y dejé de hacerle caso.

Salí de la sala y me guié por mi instinto para llegar a los servicios. El palacio era tremendamente bonito, me fijé en un jarrón en el que estaba toda la familia real pintados en él y después seguí mi camino. No debí haberme fiado de mi instinto, pues, pasé tres veces contadas por al lado del mismo jarrón. De repente, oí unos pasos bajando por las escaleras que daban a los aposentos de la realeza y apareció un chico con unos ojos profundos y azules como el mar y un tupé negro.

-¿Te has perdido verdad?- me preguntó.

-¿Quién eres?- le pregunté sin responder a su pregunta.

-Soy el príncipe Marcus- me respondió, me empecé a ruborizar y sin pensarlo dos veces le hice una reverencia.

-Perdóname, pero ¿Cómo sabes que me he perdido?

-Llevo escuchando el sonido de tus tacones pasar por aquí durante más de media hora- respondió.

-Siento haberte molestado- le dije.

-No me molestas, hacía mucho tiempo que no veía una chica tan guapa caminando por estos pasillos, pero no se lo digas a mi madre- dijo y yo reí.

-Bueno, tengo que irme, pero si me dices donde están los servicios te lo agradecería mucho.

-Te lo diré si a cambio me dices tu nombre ¿Cómo te llamas?- me preguntó.

-Alicia.

-Un placer, Alicia.

-Insisto, el placer es mío, príncipe Marcus- le dije.

-Me da la impresión de que vas a estar más por aquí así que... Llámame solo Marcus.

Me indicó donde estaba el baño y para cuando volví a la mesa, acababan de terminar con el postre, no podía ser ¿me había perdido en serio toda la cena?

Cuando fui a sentarme en mi sitio, mi doncella se me acercó y me dijo:

-Creo que no va a hacer falta que te sientes, la cena a acabado y os iréis ahora.

Y tal y como dijo Dolly, las chicas se fueron levantando y después de hacerle una reverencia a los reyes y al príncipe, todas salieron de la sala en fila india y yo por detrás.

Había perdido la mejor oportunidad de mi vida y solo por tener vejiga pequeña, estaba muy enfadada conmigo misma. De repente alguien me tocó el hombro y yo me giré.

-¡Príncipe Jack!- dije sin saber que estaba haciendo.

-Durante el banquete, he ido hablando de chica en chica para conoceros a todas y creo que no he hablado contigo- me dijo.

-He tenido un problema, nada más- respondí.

-¿Grave?- me preguntó.

-No, es que no encontraba el servicio y me he tirado toda la cena en busca de él.

-¿Me acompañas a dar un paseo por los jardines?- me preguntó y yo accedí.

-Me parece un poco embarazoso preguntarte esto pero ¿tú eres Alicia? ¿La chica con la que me choqué en la ciudad?- preguntó.

-Bueno, ahora me parece más vergonzoso a mí, pero sí, fui yo la que se chocó contigo- admití.

-No te preocupes, en parte fue culpa mía también ya que andaba despistado. Bueno, cuéntame más ¿tienes hermanos?

-Sí, tengo una hermana pequeña llamada Anna, la quiero muchísimo- le respondí.

-Que bien, mi hermano Marcus y yo no es que seamos muy compatibles- dijo y nos sentamos en un banco de piedra del jardín.

-Qué pena ¿puedo preguntar por qué?

-Bueno, él nunca le ha gustado ser parte de los planes de la realeza, me refiero a que él nunca ha querido ser príncipe y mucho menos rey. Por eso mismo, un mes antes de ser coronado, cuando tuvo que escoger esposa, se negó y se fue un año lejos de Escocia. No sabemos a dónde fue, pero el año pasado, cuando volvió dejó muy claro que no sería rey y gracias a mi madre se quedó como príncipe.

-Vaya. Y ahora que estas a nada de convertirte en rey ¿Qué piensas?

-Bueno, es un gran peso, pero es mi sueño desde que era pequeño, además espero que con mi futura mujer sea más fácil de conllevar.

Pasamos un rato agradable hablando hasta que el cielo se oscureció completamente. Me acompañó hasta mi carruaje y me tendió la mano para ayudarme a subir.

-Espero con ansia poder volver a verla, señorita Alicia- dijo y besó mi mano.

-Yo también espero verlo pronto, príncipe Jack.

Llegué a casa reventada, tenía los pies hinchados por los tacones pero se me pasó con el masaje de Dolly.

-¿Qué tal se lo ha pasado señorita?- me preguntó mi doncella.

-Creo que ha sido la mejor noche de mi vida- respondí.

Algo más que un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora