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Al día siguiente le pedí a Dolly que me trajese el desayuno a la cama porque me sentía mal y estaba medio enferma, cosa que era mentira. No, no tenía el valor de bajar ahí y encontrarme con Marcus, además me sobraban las ganas de darle un puñetazo a esa chica.

-Señorita, debe prometerme usted que se quedará en cama todo el día y no se moverá, por favor- me pidió preocupada mi doncella.

-Te lo prometo pero ¿Por qué tanta preocupación?- la verdad era que no tenía ningún sentido, estando en un concurso tan importante lo más normal era que estuviese lo máximo con el príncipe.

-No sé si lo recuerdas, pero mañana es la gala y es un acontecimiento muy especial y esencial para ganar y casarte con el príncipe, porque al fin y al cabo esa gala consiste en conocer a familiares de la realeza- vale, ahora tenía más sentido y tenía toda la razón.

-Está bien, no me moveré de aquí- por cierto ¿puedes llevarle este libro al príncipe Marcus?- le pedí.

-Por supuesto- me respondió y salió de inmediato por la puerta.

Se acercaba la hora de la comida y es que me hubiese atrevido a decir que había sido el día más aburrido de mi vida. En toda la mañana no había hecho básicamente nada, solo dormir, dormir y dormir más.

Dolly me trajo la comida y al poco tiempo Marcus apareció en mi puerta.

-¿Qué quieres Marcus?

-¿Puedo entrar?- me preguntó desde el otro lado de la puerta.

-No- respondí.

-Está bien, solo quería decirte que te puedes quedar el libro, no hace falta que me lo devuelvas, es más ahora que no quieres salir de tu habitación puede ser una buena de pasar el tiempo, pero por favor, no me lo devuelvas solo porque te lo di yo- dijo.

-Resulta que te lo devuelvo porque ya me lo he leído- respondí.

-¡Pero si es larguísimo!

-Resulta que ayer mientras me dejaban plantada me dio mucho tiempo para leer- respondí y aunque era verdad, una parte de mi quería hacerle daño.

-Alicia por favor, perdóname.

-¿Querías algo más o ya puedo comer tranquila?

-No, nada más- dijo en tono triste y oí como se alejaba lentamente.

Me sentía mal, me había pasado siendo borde y al fin y al cabo tampoco tenía sentido que me enfadase, porque solo éramos amigos, nada más. Pero eso era lo que me picaba la curiosidad ¿él no sentía nada por mí? ¿Sentía algo pero al igual que yo lo ocultaba? O ¿Solamente pensaba estas cosas porque si pensaba en mi amor no correspondido me hundiría?

Nada más irse Marcus, volvieron a tocar a mi puerta.

-¿Qué quieres Marcus?

-No soy Marcus ¿Puedo entrar?- era Loren.

-Claro- respondí.

Entró con una madalena de chocolate en la mano.

-Toma, he visto que en la bandeja que te llevaban, no te habían puesto postre y además sé que siempre dejas las habas a un lado del plato porque las odias- dijo, me tendió la madalena y yo se la cogí con gusto.

-Gracias.

¿Loren estaba siendo amable conmigo? Eso era algo muy raro teniendo en cuenta lo antipática que era, pero bueno, las personas cambian ¿no? O eso o no hay que fiarse ni de lo que la gente dice ni de las apariencias.

-Y ya que veo que no estás enferma ¿Qué te ha pasado con Marcus?- me preguntó.

-¿Cómo sabes que me ha pasado algo con Marcus?

-Querida no soy ni ciega, ni sorda, mientras venía hacia aquí, he visto como él se alejaba de tu puerta cabizbajo y nada más tocar tu puerta has mencionado su nombre algo enfadada- tenía razón, la idiota era yo ¿Qué pregunta era esa?

-Es que no puedo- dije.

-¿Qué no puedes el que?

-Contártelo, si llega a enterarse alguien...

-¿Estás de broma? Mi futuro depende de ti, eres la única sin contar a Marcus que sabe lo mío con Jack y como alguien se entere estoy acabada- dijo y tenía toda la razón.

-Creo que me gusta, pero yo a él no y eso me da bastante rabia, porque últimamente estábamos genial hasta que apareció Carey.

-Esa es una busca fortunas, cuando camina por los pasillos no para de decir lo caro que es cada jarrón, cada cuadro, cada escultura, créeme que si va a por tu chico será por dinero, cosa que para ti es mejor ¿me dejas que te dé un par de consejos?- me pregunto cómo si la respuesta no fuese obvia.

-Claro.

-Mañana tienes que lucirte, tienes que ser la más llamativa, tienes que hacer que se de cuenta de lo que se está perdiendo, si hace falta ponle celoso y vete a hablar con algún otro chico, tendrás buffet libre de todos ellos. Y si no se da cuenta de lo genial que eres, no insistas en que cambie, no lo hará y solo te pondrás más triste ¿entendido?

-Sí, muchas gracias Loren.

-De nada, por cierto ¿Cómo es tu vestido?

-No te lo puedo enseñar, pero créeme que es perfecto para el plan- le respondí.

-Esta bien, bueno te dejo que he quedado con Jack.

Todo el mundo estaba equivocado en cuanto a Loren, yo incluida, era una chica agradable detrás de esa capa de belleza y arrogancia, era una pena que se hiciese ver así, puede que fuese su escudo.

Si algo me había quedado claro era que mañana era el día clave, tenía que estar espectacular y una persona no podía estar espectacular si se había pasado todo el día anterior metida en la cama. Así que me puse un vestido morado de media largura, unas zapatillas, me hice un moño y salí de mi habitación a los jardines del palacio.

Me tumbé en la hierba para sentir los rayos de sol en mi cara. Estaba mirando al cielo y las nubes hasta que apareció Kimberly.

-Señorita ¿usted no estaba enferma?- me preguntó un poco enfadada.

-Sí, pero ahora me siento algo mejor y si mañana tengo que estar guapa, por lo menos necesito airearme el día antes.

-Suerte que te he visto por la ventana y no he tenido que subir hasta el piso de arriba. Vamos al salón de belleza, es su turno- me levanté y la seguí- antes de un acontecimiento importante siempre vendréis aquí, tanto el día anterior como a la mañana del día importante. Mujeres muy especializadas os arreglarán y luego pasaréis a la que está conectada con esta para cambiaros y ahí contaréis con la ayuda de vuestras doncellas.

Entramos en una sala enorme, llena de espejos, sofás y muchas más cosas. Yo me senté en un sofá que tenía una mesa al lado para apoyar las manos, según me había dicho Kimberly, me iban a hacer la manicura y la pedicura.

Una mujer se sentó en frente mío y luego se volvió a ir como si se le hubiese olvidado algo. Al momento alguien se sentó a mi lado y no me hacía falta mirar, esa fragancia... era Marcus. La mujer volvió al instante y sin preguntarme ni qué color quería para mis uñas empezó a arreglármelas.

-¿De veras no piensas ni mirarme?- me preguntó Marcus y aunque yo hubiese querido responder, no pude- Alicia, mañana no podré estar tranquilo si seguimos así, no podré concentrarme, no podré ni siquiera salir a bailar ni tendré ganas de hablar con la gente, bueno, más o menos como hoy.

Por fin lo miré, me perdía en sus ojos azules y además me encantaba cuando no se peinaba y llevaba su pelo negro hacia un lado. Pensaba arreglar lo ocurrido como fuese.

-Yo tampoco quiero estar mal contigo- dije y sin yo quererlo, brotó una lagrima por mi mejilla, me sentí tan idiota... ¿A quién se le ocurre?

Él puso su palma derecha en mi mejilla y con su pulgar me quitó la lágrima.

Yo se la aparté no quería que pensase que podía ganarme tan fácilmente- Por favor, dame un poco de tiempo- le pedí y él solo sonrió y se fue.

Algo más que un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora