Capítulo 27 | Renacer en tus brazos

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Apenas me bajé de la camioneta de Dave, una mata de cabello rubio salió despavorida a mi encuentro. Su cabellera se movía y ondeaba al ritmo de su trote, Lissa me abrazó tan fuerte que lancé una risita divertida y le regresé el abrazo de la misma manera.

—¡Estás de vuelta! —chilló, mientras nos balanceábamos hacia los lados—. ¡Te extrañé demasiado, amiga!

—Yo también, Lis —dije de vuelta sintiendo un nudo en mi garganta. No me había dado cuenta de cuánto la había extrañado hasta que volví a sentir su cariño.

Se echó hacia atrás, sus ojos celestes, y un tanto nublados, me estudiaron como siempre hacía, una sonrisa se deslizó por su cara con lentitud y aprobación.

—Estoy orgullosa de ti... Mírate, ¡luces fantástica! —exclamó sonriendo, luego corrió su mirada hacia alguien detrás de mí. Sentí que unas manos me tomaron de la cintura y me pegaron a un pecho duro. Lissa le guiñó un ojo a Dave—. ¿Qué te dije? Conozco a mi amiga, sabía que iba a salir adelante.

Y se lo agradecía, le agradecía que hubiera confiado en mí.

Charlamos un rato sobre lo que había pasado en mi ausencia, que no había sido demasiado pues Ian seguía comportándose como un imbécil con ella, yo solo podía tomarle la mano y animarla a continuar sin ese chico, pero lo amaba, así que no me iba a hacer caso hasta que sola se diera cuenta de que Ian Green no valía la pena en absoluto pues era un patán.

Nos despedimos prometiendo vernos pronto, solo tenía que ir a la universidad a registrarme de nuevo y todo volvería a la normalidad.

Teníamos claro el destino, Dave se sabía de memoria el camino pues habíamos estado yendo a acampar a ese sitio por años. No obstante, le pedí que hiciera una parada antes de llegar, necesitaba agradecerle algo a cierta persona.

David se estacionó en ese pequeño bar de pueblo, entré y me hice paso con él pisándome los talones, recordé aquella vez que habíamos estado ahí, lo mal que me había comportado ese día y que se había olvidado de ir a recogerme. Solo una persona me había ayudado, me había dado ese consejo que tanto necesitaba, esperaba que Manny siguiera trabajando en ese local.

Me acerqué a la barra y lo busqué, pero no lo encontré, al menos no pude reconocerlo entre tanto alboroto.

Un mesero se acercó, así que le pregunté, él me respondió señalando hacia algún lugar en la pista. Dirigí mi mirada hacia el punto y sonreí automáticamente.

Tomé la mano de David con firmeza y me dirigí hacia él. Manny estaba en el centro de la pista bailando, un chico estaba frente a él. Los dos eran tan apuestos, esa clase de chicos que cuando los miras te vuelven loca, luego te das cuenta de que son homosexuales.

Toqué su hombro con mi dedo índice, Manny se giró para enfrentarme y sus ojos se abrieron tanto que pensé que se saldrían de sus órbitas.

—¿Me recuerdas? —cuestioné con esperanza. Él sonrío y le dio una mirada al chico con el que bailaba, quien lo rodeó con posesividad, sentí que Dave hizo lo mismo. Era gracioso que ambos nos hubiéramos enamorado de nuestros mejores amigos, y ambos estuviéramos siendo abrazados por ellos.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora