El silencio gobernaba la biblioteca, Harry, Ron y Hermione investigaban para una tarea que les habían encomendado para Encantamientos. De un momento a otro, el pelirrojo se levantó haciendo ademán de ir a buscar un libro, adentrándose en uno de los oscuros pasillos.
-Hermione, necesito ayuda por aquí.- Gritó asomándose por la estantería, intentando no hacer demasiado ruido.
-¿Qué sucede, Ronald?- El tono de la castaña parecía casi tan severo como el de su madre, que por un momento Ron pensó que era ella la que hablaba en lugar de su amiga.
La hizo avanzar hasta lo más profundo del pasillo, su cara se enrojecía a medida que se aproximaban al final.
-Hermione… yo…- La voz se le quebraba, hasta que no supo que más decir y le robó un beso súbitamente. Fue un beso rápido, como si se hubieran golpeado los labios el uno contra el otro.
-¿Qué haces?- Espetó Hermione frunciendo el ceño.
Ron se quedó paralizado como una estatua. Hermione parecía procesar lo que acababa de ocurrir lentamente, hasta relajar el entrecejo y dar un suspiro de resignación.
Del otro lado del corredor, un Harry esbozando una sonrisa nerviosa y un Draco apretando los puños tan fuerte como si estuviera estrangulando el cuello de la Comadreja en el. No se podía apreciar con claridad lo que ocurría, pero algo sí era seguro, el pobretón no le había pedido ayuda para hallar algún libro.
-Ron… entiendo que—pero creo que deberíamos… tomarlo con calma, vale?-
-Está bien.- Asintió con la cabeza agachas.
Ella también estaba con las mejillas rojas, el beso le había atrapado por completo descuido. Por la reacción que vio Ron en Hermione pudo deducir que tal vez le gustaba, solotal vez.
-Ya tendremos tiempo de… hablar de esto. Tenemos un trabajo que hacer.- Finalizó ella volteándose para volver a la mesa donde se sentaban.
A penas Malfoy cayó en cuenta se movió rápidamente, disimulando y matando con la mirada al trío de oro. Hermione se detuvo en seco cuando vio a Harry parado a la entrada del corredor "¿Lo ha visto?" pensó mientras avanzaba a paso más lento.
Volvieron los tres a la mesa, hubo un ligero silencio incómodo entre ellos.
Un fresco viento corría por los terrenos de Hogwarts dándole a aquella tarde la temperatura perfecta. Bajo un árbol descansaban los Gryffindor, disfrutando del recreo. Ahora que Hermione lo sabía el ambiente se volvía tenso entre ellos, todavía no tenía una respuesta clara y la repentina declaración indirecta de Ron le había hecho reconsiderar sentimientos encontrados. Él no era un mal chico, era un buen amigo y no sería el fin del mundo para Harry si comenzasen a salir. Quería conversarlo, por supuesto. Pero a solas.
Las únicas veces que hablaban era solo para preguntarse sobre tareas y cual clase tocaba a la hora siguiente, cosas triviales y sin demasiada importancia.
-Buenas noches.- Se despidieron los tres, dirigiéndose a sus respectivos dormitorios.
Sin embargo, minutos después Ron y Hermione salieron volviendo al sillón de terciopelo escarlata frente a la chimenea de la sala común, que comenzaba a vaciarse.
–Pensaba que…- Susurró Ron.
-¿Que me gustas?- Adivinó Hermione. -Mira… yo… no sé si me gustes, en ese modo.- Jugaba con las manos posadas sobre su regazo.
-Lo entiendo.- Dijo él cabizbajo.
-Pero, no estaría mal… intentar.- Musitó ella de pronto.