📿[04]📿

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Jimin salió del dormitorio con la rapidez de un rayo. Llevaba una camisa a rayas sin mangas de colores blanco y negro y unos vaqueros ajustados que acentuaba su delgadez. Sus largas piernas terminaban en unos zapatos sexys como el infierno, y la melena oscura rebelde sobre su frente dándole una apariencia tan dulce como la de un novio virginal.

-En el frigorífico tiene cervezas y refrescos -le indicó para romper el hielo. Lo vio parado junto a los sillones y se acercó a él-. ¿No le apetece nada?

Santo cielo, ahí estaba. Ocupaba mucho espacio. El aire en torno suyo parecía cargado de electricidad. Era tan alto... tan increíblemente... grande.
Y parecía estar diciendo: me apeteces tú.

-Más tarde, tal vez.

Él contuvo un irracional temblor en la garganta al verlo cruzarse de brazos.

-Cu... cu... cuando quiera. -Tuvo que armarse de valor para no quedarse mirando sus potentes antebrazos.

En ese instante, el sonido sordo de un coche en el exterior lo hizo girarse y ponerse en guardia. Después, se dirigió hacia la puerta de la cocina, solo para detenerse cerca de ella.

-¿Le vas a contar a tu hermano la verdad o vas a fingir que no pasa nada entre nosotros? -lo tuteó inclinándose sobre él.

-¿El qué pasa entre nosotros? -Pareció que se escandalizaba.

-No te asustes. Me refiero a nuestro trato para cuidar a los niños. ¿Qué otro rollo podríamos tener tú y yo?

-¡Oh!, sí, claro.-Desgraciadamente, YoonGi no tenía el acento de los bajos fondos, pero sí tenía los modales-. Ya me inventaré algo, no te preocupes.

Él alzó un brazo por encima de su cabeza y lo apoyó en el marco de la puerta, reduciendo con este gesto el espacio que quedaba libre entre los dos. Un calor evidente se reflejó en sus ojos y Jimin supo advertir que la atracción física era mutua. Él deseaba ese rollo tanto como él. Siempre había estado ahí, en su imaginación todo el tiempo, tanto como en la de él. El mensaje estaba claro.

Lo vio inclinarse como si fuera a besarlo y el corazón estuvo a punto de parársele. Sin embargo, él se limitó a descender el brazo hasta la puerta y la abrió para dejarlo salir al porche.

Avergonzado porque casi estuvo a punto de rodearle el cuello con los brazos, escapó al exterior y se apoyó en la madera para tomar aliento. El sudor le cubría la frente y el cuello. Un miedo desconocido le corría como lava líquida por las venas y tuvo que sujetarse el corazón desbocado con una mano para que no saliera de su pecho.

-¿Jiminie? -Escuchó la voz jovial de JungKook que sobresalía entre las risas de los niños.

-Sí, ya voy -gritó procurando templar la suya.

No sabía qué iba a decirle a su hermano, ni cómo justificaría la presencia de su amigo en la cabaña, y lo que era peor: no tenía ni idea de cómo iba a ignorar durante más tiempo lo mucho que aquel hombre le afectaba.

La excusa de que YoonGi estaba en la cabaña porque iba de paso no se sostuvo.

Debería haber imaginado que JungKook necesitaba algo más que una simple mentira para convencerlo. Tal vez la verdad, como sugirió YoonGi desde un principio.

Su hermano volvió a mirar el coche de su amigo, ni siquiera hizo falta que entrara en la casa para saber que estaba dentro, y volvió a interrogarlo de aquella manera suya tan particular mientras sacaba las mochilas de sus hijos del maletero.

-¿Seguro que todo va bien, Jiminie?

-Ya te he dicho que sí.

-No sabía que YoonGi y tú erais amigos. -Cerró el coche y llamó a los niños. Después volvió a mirarlo tratando de mostrar un gesto de censura.

𝐈𝐧𝐦𝐨𝐝𝐞𝐫𝐚𝐭𝐚 𝐒𝐭𝐢𝐫𝐩𝐢𝐬 • [𝐘𝐨𝐨𝐧𝐌𝐢𝐧]. 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora