ERES TAN PARECIDA A ELLA

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El sol rayaba cerca de mi ventana que se encontraba abierta con sus cortinas de igual manera. Me estire y bostece tapándome la boca. —iug— me puse de pie haciendo a un lado las colchas que cubrían mi cuerpo. El día era fresco pero no faltaba mucho para que eso terminara.

Camine a la maleta y mire mi mochila tirada a un lado de la cama. Regrese a donde se encontraba esta y la puse sobre la cama buscando la pasta y el cepillo de dientes. Me coloque las pantuflas y cuando iba a empezar a caminar hacia el baño pise algo que trono como vidrio.

Mire el piso y vi mi celular tirado bajo mi pie, me incline juntándolo y observando si se había dañado. Tenía una fisura en una de las esquinas pero nada grave.

En el baño me duche y cambie con ropa limpia. Me lave los dientes mientras observaba mi estómago aun plano. Cuanto tiempo pasaría para que mi hermano o su esposo se dieran cuenta de mi condición. ¡Dios! estaba tan nerviosa y luego estaba las veces que Dostin decía la palabra bebé... era inevitable no dejar escapar todo el color de mi cuerpo con la simple mención de la palabra.

Con pasos sigilosos deje las cosas en un pequeño sesto en la esquina del cuarto tome el celular observándolo. ¿Sería una buena idea si lo encendía? ¿Y que si papá rastreaba mi número y daba conmigo?, y si todavía tenía la loca idea de casarme con mi agresor para salvar la integridad de la familia. Parecía que eso era lo único que importaba en esa familia.

—¡Dios, no dejes que me encuentre!— metí el celular en uno de los cajones del tocador y eche un par de prendas mías encima ocultándolo bajo la ropa; después salí del cuarto mientras hacia un nudo en lo alto de mi cabeza con el cabello aun húmedo.

Esperaba encontrar la casa echa un desastre pero era todo lo contrario los pisos estaban limpios y brillosos, las ventanas tenían cortinas limpias al igual que el mantel de la pequeña mesa de centro en la sala donde un intruso sin pantalones y camisa se adueñaba del sillón grande dejando así a un gato y un perro en el sillón más pequeño.

Observe el cuerpo del hermano de Shari detalladamente, era muy guapo tenía esa aura de chico rudo y parlanchín a la vez. Había sido muy amable conmigo al dejarme la habitación que el habitualmente tiene cuando viene a visitar a su hermano.

Suspire entrando a la cocina. Tome un vaso de agua fresca y revise el refrigerador. Habia muchas bandejas con pequeñas notitas, metí la mano y saque una con fruta picada; tal parecía que esta era la única que no tenía una nota, entonces creí que estaría bien si la tomaba, pero algo le hacía falta.

—¿Dónde estás?— me pregunte moviendo los envases y más bandejas dentro del refri. —Pollo en verduras— leí la etiqueta y mi panza protesto— de acuerdo también esto. Continúe buscando hasta que di con el yogurt —fresa— rodé los ojos y la volví a dejar donde estaba —entonces será lecherita— me puse de pie con las dos bandejas. Ahora abriendo y cerrando las puertas de la alacena evitando hacer ruidos fuertes ya que parecía que nadie se había despertado aun. —¡Bingo, aquí estas!— tome el bote y la bandeja de fruta depositando está en un plato hondo, después vertí la lechera y la granola que encontré junto a la lechera.

Coloque el pollo en verduras en otro plato y lo metí al microondas. Mientras esperaba se calentara me serví otro vaso de agua y coloque las cosas en una charola de plástico duro, la habían usado para hacer más fáciles las cosas en la fiesta. Cuando el micro hizo su sonido habitual para informar que ya estaba la comida, salí con la charola afuera. Había visto un árbol de manzana cerca del huerto cuando llegue, también estaba una mesa redonda con un par de sillas de metal así que estaría perfecto comer bajo la sombra.

Metí el último trozo de verdura en mi boca y eructe satisfecha. ¡Dios! Abrí los ojos enormes. Pero mamá no estaba ahí para reprenderme por mi falta ante la mesa. Me limpie los labios con una servilleta y observe el pequeño huerto. ¿Estaría bien si ayudo cortando la maleza?

LA CIUDAD GAY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora