TEMORES

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Esa noche me toco cerrar la casa y apagar las luces. Los gritos de Shari (y no de coraje) se escuchaban por toda la casa por eso ahora nos encontrábamos en el patio comiendo una de las manzanas del árbol.

—Shari está enojado con mi papá— pregunto Nayomi desde el columpio, sorbiendo el jugo de la manzana escurrido en sus dedos.

—No enojado, solo molesto— tenía la vista fija en el huerto, y observaba como mi sobrina movía sus pequeños pies tratando de pasearse mientras se tomaba de las cadenas con una sola mano.

—¿Y eso que significa?

—MMM... que está enojado pero no así de «ash estoy enojado contigo porque te comiste los caramelos»— imite una voz áspera y reacia —si no así «estoy molesto contigo porque no compartiste los caramelos»—ahora hice la voz suave y melosa.

—Papá se comió los dulces de Shari— reí porque no sabría cómo explicarle. Ella era inocente e ingenua para entender el concepto.

Me toque el abdomen imaginándome a mi bebé haciendo este tipo de preguntas.

—Tienes un bebé ahí.

—¡QUE!— grite sobresaltándola. Sus ojos redondos y asustados me veían por un lado —lo siento, no era mi intención asustarte. Como...

—Mamá va a tener un bebé de su novio que vivía con nosotras. Y ella hacia eso— apunto a mis manos que aún reposaban en el abdomen.

—Oh. Bueno, pues.

—Soy buena guardando secretos— dijo orgullosa. Movió más fuerte sus pies columpiándose más alto.

—Eso espero—musite. Me puse en pie cuando creí todo se había calmado ahí adentro. Abrí solo un poco la puerta de la cocina y al no escuchar más ruidos de gemidos y jadeos le hice una seña a la niña para que entrara conmigo.

—Quieres contar-meee— bostezo, tallándose la cara. La manzana a medio comer en su mano, dejo de ser atractiva para la pequeña quien me la dio con una sonrisa ladeada.

—¿Tienes sueño cierto?— le sonreí, acariciando una de sus coletas. Nayomi asintió volviendo a bostezar. —Entonces ve a cepillarte los dientes. Te esperare aquí— con un asentimiento la niña salió corriendo en dirección al baño.

Recargándome en la pared, me cuestione si algún día podría tener una relación similar a la de mi hermano y su esposo. Ambos hacían una linda pareja y el amor que se tenía el uno por el otro afloraba en cada poro de sus pieles, a pesar de ser los dos del mismo sexo eso no les impidió amarse sin límites. Lo que era de admirar. Porque muy pocos lograban encontrar a una pareja sincera; una que no jugara con los sentimientos ajenos.

Cuando escuche a Nayomi acercarse despegue la espalda de la pared y nos lleve al cuarto; la niña parecía tan agotada cuando se sentó en la orilla de la cama tallando sus ojos.

Con la poca energía que me quedaba en el cuerpo le puse un pijama de las princesas de manga larga y me coloque la mía que era en dos partes suéter y pantalón. Me hice una coleta alta y solté el cabello de mi sobrina. Deje los peluches que ella me había pedido sobre la cama y nos acomode a ambas, estabamos un poco apretujadas con los intrusos rellenos de felpa y algodón.

Sonreí cuando Nayomi cayó bajo mi hechizo transformado en carisias suaves en su cabello a los pocos segundos. Al poco rato le seguí yo soñando con mi bebé y enormes ojos grises.

Las náuseas me habían despertado como reloj cucú a las siete y cuarto. Tenía los pies doblados a un lado de mi cuerpo. Con los brazos rodeaba la taza. Las lágrimas me abandonaban lentas y renuentes a irse por el desagüe. Estaba demasiado sensible últimamente; ¿Por qué había llorado esta vez? Fue una pesadilla, una muy fea donde me quitaban a mi bebé que curiosamente era un hermoso niño de ojos grises. No podía odiarlo si sacaba los ojos de su padre.

Ahora tenía miedo que el sueño se hiciese realidad no soportaría me alejaran de mi hijo.

La nana que cuidaba de mi hermano y de mi cuando éramos pequeños solía decir que si queríamos que un sueño se hiciera realidad no debíamos contarlo. Por eso cuando solía tener pesadillas corría al cuarto de Dostin o el de nuestra nana misma para contarles lo que había soñado y el coco no viniera por mi como en mi sueño; la mayor parte del tiempo dormía en el cuarto de mi hermano, siendo abrazada por él quien era mi héroe ya que nunca tuve una pesadilla cuando dormía en su cuarto.

Pero ahora... ¿a quién le diría para que el sueño no se hiciera realidad y no me quitaran a mi bebe al nacer?

Era una sola superstición, sabia eso, pero nunca estaba de más hacer algo al respecto.

—Cuando piensas decirle a Dostin. No puedes estar ocultándolo por mucho tiempo. No cuando estas vomitando tan seguido—

Alce la vista nublada por las lágrimas y me abrace de la cintura de mi inoportuno cuñado dejando escapar un lamento. No escuche cuando se acercó, y mi corazón se había acelerado de la peor manera cuando lo oí hablar.

—No sé de qué hablas— musite contra sus piernas tratando de esconder el nudo en mi garganta. Shari estiro su mano moviendo mi cabello lejos de la cara.

—No quieras ocultarlo más. Tengo hermanas sabes— su voz saliendo suave casi rosando lo melosa. Tomo mi cara entre sus manos y seco mis lágrimas después depositando un beso en cada parpado cerrado.

—No quiero que él también me odie— dije con miedo soltando el aire, sin evitar sollozar más fuerte pegada a sus piernas.

—Es por eso que huiste de casa—

—No-No hu-ui— tartamudee. —El me corrió cuando le dije que estaba embarazada—

—Tú padre— asentí. —por...—

—¿Por qué...? porque soy una escoria que también mancho el apellido Bondoni teniendo un bastardo fuera del matrimonio—

—Él no puede ser tan hijo de...—

—Lo es... y no sabes lo...—

—¿Que sucede? ¡Dios te encuentras bien Taly!— Dostin se aproxima ayudándome a ponerme en pie. Me estrecha en sus brazos atrapándome en un cálido afecto de hermanos y besa mi cabeza. Pasa sus manos por debajo de mis rodillas y me toma entre sus brazos llevándome de vuelta al cuarto. Antes de dejar de ver a Shari le suplico con la mirada aguada que no diga nada a mi hermano... se lo estoy rogando en carne viva.

Pero parece ignorar mi petición cuando niega en desaprobación.

—Desde cuando estás tan livianita—

—Desde que no retiene nada en el estómago— se adelante Shari abriendo la puerta de la habitación dejándole el acceso libre a su esposo.

—¿Estas enferma?— Dostin posa sus manos en mi frente casi abarcando toda mi cabeza y después baja a mis mejillas —Tu temperatura parece estar bien—

—No te preocupes cariño. Cuando se sienta mejor la acompañare al médico— Shari promete a mi hermano y sé que lo ara. Sus ojos fijados en mí sobre la cama me dicen que no hay manera de que niegue lo que está diciendo. Me encojo de hombros aceptando porque también estoy muy agradecida por ello. Al fin sabré si mi bebe está bien.

«¡Dios no permitas que nada malo le haya pasado!»





me encanta Nayomi... 

alguien mas ama a ese pequeño angel...

espero disfruten de este capitulo... y recuerden que estan invitadas al grupo de wathsapp para rolear, necesitamos a mas personas para que hagan un papel en la historia.

capitulo dedicado a la bella Pau... Marraquesh lo prometido es deuda y la mia esta saldada ; *

LA CIUDAD GAY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora